Hay una tendencia reciente muy preocupante en un sector del centroderecha en todo Occidente, que consiste en no circunscribir al Estado las exigencias de cese de intervención. Hay todo un segmento del conservadurismo e incluso del libertarismo que ha extendido esa legítima pretensión a los actos igualmente legítimos de empresas, organizaciones y personas privadas. Así, ahora se permiten algunos voceros de la nueva derecha radicalizada exigir “neutralidad” a profesores y universidades privadas (incluyendo todas las de la llamada Ivy League), vulnerando la libertad de cátedra, o a los medios de comunicación “legacy”. No se lo exigen, en cambio, a los nuevos medios basados en algoritmos de posicionamiento de mensajes y “reach boost” como la red X, antes Twitter. Pero sí a las productoras de cine y de series de televisión y a sus plataformas de distribución, a las editoriales, a asociaciones privadas de toda índole... Es decir, se soslaya el poder intervencionista del Estado, que es quien tiene la capacidad de promulgar leyes y armar a los policías para que impongan su contenido, y en cambio se acusa de estar manipulando la sociedad a una especie de supuesta conspiración de millones de pequeños agentes privados, en realidad descoordinados. Se confunde así........

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