Termalismo: lo que la economía enseña y no queremos aprender
Cuando menos desde hace 250 años, los profesionales de la economía académica vienen insistiendo, sin escatimar tiempo y esfuerzo, en el argumento de los beneficios del comercio y en cómo la riqueza de los países se nutre de la especialización y del intercambio de mercancías y servicios a través de las fronteras nacionales. Una tradición doctrinal cuyos principales referentes ya apuntaban a principios del siglo XIX que las diferencias entre economías confieren “ventajas comparativas” que justifican el comercio recíprocamente provechoso para todos los países participantes en él. Es decir, si una nación es más productiva que otra a la hora de elaborar vino y esta última es más eficiente en la fabricación de paño, ambas economías pueden obtener ganancias especializándose en aquello que hacen mejor y comerciando entre sí. Un razonamiento simple y atractivo que resulta evidente cuando la ventaja relativa de los países reside en aspectos tecnológicos, pero que igualmente aflora si atendemos a las dotaciones particulares de factores de........
© La Región
visit website