El negacionismo político
De la cumbre del clima no se borró Pedro Sánchez esta semana, que adelantaba el Consejo de Ministros al lunes para poder rezar en el altar climático de Azerbayán. El presidente, que sí se borró del control del Congreso, ha repetido en pleno duelo por la dana que “el cambio climático mata”. Una afirmación atrevida con centenares de muertos y desaparecidos enlutando el corazón de España. El cambio climático explica un comportamiento violento de la Naturaleza acelerado por la actividad humana con la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. Pero el cambio climático tiene un componente natural imprevisible y de dimensiones devastadoras como en el caso de la dana, que exceden la afirmación oportunista de que “el cambio climático mata”, pues también mataron y matan las pandemias y otros males consustanciales a la incidencia en la evolución humana. Mata la causa, y mata la gestión de algunos dirigentes encargados de combatirla. Por eso reducir al predicamento del cambio climático una relación única causa-efecto de la gota fría se antoja oportunista y populista, del mismo modo que es populista el negacionismo exacerbado convertido en puro trumpismo de agitación colectiva.
El negacionismo consiste en rechazar determinadas realidades y hechos históricos y naturales para escapar de una verdad incómoda. Al final, tanto el negacionismo radical como el fanatismo del cambio climático forman parte de un mecanismo humano psicológico defensivo con el que explicar hechos perturbadores que el hombre no logra dominar con el paso de los siglos. Por ejemplo, la gota fría. Puede haber negacionismo para evadirse del holocausto nazi o negacionismo para desvincular del cambio climático la tragedia de la dana por tratarse de un hecho natural inevitable acrecentado por la gestión negligente, la imprudencia y la falta de previsión. Pero la negación de la realidad o de una........
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