Asquerosa impunidad
Que Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, haya reconocido que la impunidad campa a sus anchas “por Oriente Próximo, en el corazón de Europa, en el Cuerno de África y en otras partes del mundo” y que “ese nivel de impunidad es políticamente indefendible y moralmente intolerable” es reconocer con valentía una realidad terrible, pero también la impotencia de los países y de las organizaciones internacionales para hacer respetar los derechos humanos y devolver la dignidad a las víctimas. Porque, dicho eso, lo que tenía que hacer Guterres es presentar su dimisión y pedir la clausura de una ONU que ya sólo es un pequeño teatro donde cada actor representa el papal que ha escrito él mismo y donde ni hay orden ni dirección ni guion ni objetivo. Y donde, lo que es mucho peor, los actores, los embajadores de los países que forman la ONU, se ríen de los espectadores. Incluso de los que sufren la violencia, las agresiones, la persecución, el exilio y la muerte.
Porque, dicho eso, lo que tenía que hacer Guterres es presentar su dimisión y pedir la clausura de una ONU que ya sólo es un pequeño teatro donde cada actor........
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