Era sorprendente... Es cierto que se había abierto un amplio abanico multidisciplinar de posibilidades para que la formación de la mujer, le permitiese la inserción en el mundo laboral; sí. Y, es innegable que a medida que fue avanzando el siglo XX, principalmente, tras la Gran Guerra, el rol femenino, influido por los nuevos aires que corrían del “American way of life” fue ocupando parcelas que antes no tenía; también.

Tampoco era una novedad que la mujer optase por formarse en una disciplina humanística como la música. Ni la actividad musical, ni el ingreso en el Conservatorio Nacional de Madrid -único centro oficial, en el siglo XIX, en esta enseñanza-, le estaba vetado; efectivamente. Incluso, era habitual que, en esa centuria, como requerimiento social, muchas recibiesen formación musical; por supuesto. Pero, la mayoría de ellas ni recibía una instrucción superior completa, ni tenía como intención vivir profesionalmente de la música. Como mucho, podía abrir una academia para formar a nuevos talentos o para aliviar una prematura viudez. El propio Turina, en 1914, en la Revista Musical Hispano-americana, reflexionaba sobre la escasez del género femenino en la profesión, en comparación con otras artes; en especial, en el arte de la composición.

Por eso resultó aún más sorprendente… Se salía de lo común que, en una cultura androcéntrica, una mujer, nacida en Ourense,........

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