La Batalla más bella... la de Flores
En las postrimerías del siglo XIX, se puso de moda. No había ciudad europea -que se preciase, claro-, que no incluyese en su programa de festejos tal evento... La «kermesse» era una fiesta popular al aire libre que, a veces, tenía carácter benéfico. Pero, pronto, en ella comenzó a hacerse popular el desfile de vehículos acicalados con motivos florales. Los participantes rivalizaban con sus creaciones de fantasía, «batallaban» y se arrojaban serpentinas o flores, durante un trayecto que establecía de antemano una Comisión. Lisboa, por ejemplo, preparaba la Avenida de la Libertad para que, por ella, circulasen un gran número de carruajes adornados con guirnaldas -en 1889, participaron alrededor de sesenta coches, entre los que se encontraba la realeza lusitana-. O, Madrid acogía a turistas que retozaban, al año siguiente, por el parque del Retiro para ver desfilar a un buen número de carrozas; incluso, el propio Ayuntamiento presentaba un carro… «carrísimo», por cierto, según el criterio de la prensa, enojada por el dispendio que hacía, mientras el precio de la carne estaba por las nubes.
Bien es verdad que este tipo de espectáculos, en boga a finales de la centuria decimonónica, hundía ya, originariamente, sus raíces en las fiestas carnavalescas. Sin embargo, por descontado, se popularizan, aún más, cuando el Papa Pablo II, que era........
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