El “delirium tremens” de las casas baratas
Afecta y afectó a los ciudadanos. Hoy como ayer, y mañana como hoy, siempre será un problema social. Con todo, en el primer tercio del siglo XX, la política habitacional también era una cuestión sanitaria. En Gran Bretaña, por ejemplo, además de la vacuna de la tuberculosis, la vivienda higiénica había sido el profiláctico responsable del descenso de la mortalidad. En cinco años, el número de muertos había disminuido en un 52%. Por eso, al socaire de las experiencias de la loi de habitations à bon marché que ya se había puesto en marcha en Francia en 1894; o, casi una década antes, de la ley housing of the working classes act, en Inglaterra, el ferrolano Canalejas anuncia, en el trienio reformista, la confusa, pero necesaria, ley de 1911 sobre las Casas Baratas en España.
El acceso a la vivienda, a menudo, fue un tema recurrente en la agenda de los gobiernos. Mientras no se legisló con sensatez, el negocio inmobiliario estuvo en manos del mercachifle que actuaba sin falta de escrúpulo. Era un disloque. La ciudadanía tuvo que hacer frente a aumentos exorbitantes del alquiler, arriendos al mejor postor… Con este escenario, el ejecutivo del Directorio se vio obligado a legislar. Tuvo que frenar por un lado el ímpetu usurario de los caseros y, por otro, crear todo un corpus normativo, para que la clase obrera dispusiese de vivienda higiénica. No solo financió obras........
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