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Haciendo camino entre frondosidades y solainas

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05.06.2024

No rememoro, por más que lo intento, una frondosidad como la de ahora en todo mi curso vital. La arboleda, como nunca de espesa en los paseos fluviales del Barbaña y su afluente el de Os Muiños, Pontón, Barbadás o Vilaescusa que más nombres no pudiese llevar este rio de casi tanta entidad como su receptor en o Polvorín, el citado Barbaña. Alisos, sauces, fresnos, abedules (amieiros, salgueiros, freixos, bidueiros, en nuestro idioma) ensombrecen su riberas prestando su frescor a todos los no escasos paseantes.

Por el Barbaña discurro a pedal con otras metas y no pocas veces sin ellas, allá donde en cada momento apetezca, que mayor libertad no pudiere darse. En mi transitar respetando a paseantes a los que una rápida pasada asustaría, modero la marcha como si de adelantamiento de un caminante a otro. Casi en una proporción de tres a uno entre peatones y ciclistas, así que los primeros no asustadizos por la irrupción de ciclistas en su camino. Padre e hijo, infante aun, a la demanda el primero de bombín para inflar su rueda, que casi siempre es la trasera; como de poca disposición, o me pareció, el demandante, le di aire con mi bombín, mientras el niño como pidiendo que también aire para su rueda. Pasa raudo uno que heavy por vestimenta, negra bici, alforjas idem, que cual fantasma se deslizaba entre las sombras sorteando a paseantes como si de slalom fuese, sin al parecer asustarlos.

Acometo la subida a Seixalbo, ese aldea de habitación plena donde te encuentras vecindario por sus rúas, y donde algunos parientes Barril casa........

© La Región


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