Aldeas, por duplicado, y tan cerca unas de otras
No extraña que Galicia tenga más núcleos de población que los de todo el país, sumados, lo que se aprecia al viajar por cualquier lugar de esta provincia o de las otras tres de nuestra región. Lo que sí extraña es que ahora que todas presentan un más que aceptable estado de restauración, se vacíen a cuentagotas en un imparable despoblamiento, precisamente cuando todas con vías de acceso asfaltadas, calles urbanizadas, traída de aguas, alumbrado público. Pues, con todo, el despoblamiento se hace imparable, como me manifestó algún alcalde, que a pesar de sus esfuerzos y de las facilidades de habitación que en su municipio da, no puede evitar que disminuya el censo de su territorio. Luego vinieron esos traslados de poblaciones enteras para asentarse en la ciudad donde llevarán una vida anodina, acaso aislada, porque aunque descendientes suyos ya arraigados en la ciudad propicien este éxodo hacia la misma ciudad donde no les atenderán como esperaban. Prefiero ser alguien en el campo que un invisible en la ciudad, podríamos decir.
Este a modo de prólogo viene a colación porque en mis casi diarias incursiones en rural naturaleza, de un año a otro noto que si antes saludaba a cualquier vecino que siempre aparecía, ahora a ninguno. Entrar en una aldea es como hacerlo en el desierto. Quisiera parrafear con cualquier aldeano, pero objetivo imposible; la vaciedad es de tal calibre que como si hallases aguja en pajar, esto de encontrar a humano; acaso si a algún ladrante can enrejado. ¿Están vacías las aldeas o los paisanos andan en faena agrícola? Es la pregunta........
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