Deuda pública que propulse, no que lastre
La mayoría de los españoles creen que la deuda pública no es de nadie hasta que una crisis les hace descubrir que es de todos y acaba teniendo para cada uno un coste muy privado. En cambio, en los países llamados «austeros» como Alemania, Holanda, Dinamarca, cada ciudadano la siente como propia y prefieren que su gobierno les endeude lo justo.
Pueden ser estados austeros, pero no por ello más virtuosos: depende de para qué se hayan endeudado y en qué momento del ciclo económico. Alemania, aunque lo parezca no es del todo ejemplar, puesto que ha dejado de invertir en infraestructuras vitales, como la cobertura 5G de internet, para no endeudarse. La muy ahorradora Merkel respondería a esta crítica que el ahorrador 62,5% de deuda sobre el PIB que legó a su sucesor, el canciller Merz, le da margen para lanzar un ingente programa de inversiones que revitalizará la fábrica teutona en problemas sin gripar su poderoso motor financiero.
Francia, en cambio, acaba de anunciar medidas draconianas de contención de su deuda pública, que ha alcanzado ya el 113% sobre su PIB, que van a acabar siendo muy privadas, porque incluyen dolorosos recortes, como congelar pensiones o reducir el empleo público y el gasto social.
Pero, además de los ciudadanos, sus valores y sus votos, son los mercados y sus «vigilantes» (así les llaman en español en Wall Street) los que pueden penalizar ipso facto al gobernante que se excede derrochando deuda pública para sus propios fines. Ignorar a los........
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