El odio de mentiritas
Hace una semana, mientras recorría las empinadas calles de Anserma, vi un par de niñas de unos 3 o 4 años que, sentadas en el piso, jugaban tomadas de los brazos y, en medio de carcajadas, se estrujaban y mecían gritando de manera intermitente: “te odio, te odio, te odio”. Seguí mi camino preguntándome: ¿dónde y cómo lo aprendieron?
Más allá de las hipótesis que me pude plantear, me alegró saber que se trataba solo de un juego. Lo pude comprender a l recordar que, de niño, jugaba con mis hermanos, primos y vecinos a la guerra libertadora, a ladrones y policías o a pistoleros. Con las niñas, jugábamos a la sortijita, yeimi, ponchao o chucha americana, aunque esta última me parecía algo desagradable. Eso sí, nada de yas, ni........
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