Antes de que me agote
No me considero biografiado por Quevedo y Villegas cuando habla de “un hombre a una nariz pegado”. Apenas me siento aludido. Bajo otro papa, he contado que mi primera inquietud de niño fue de índole estética: le preguntaba a mi madre si yo era feo como decían los niños en la escuela. Mi bella y orgullosa madre discrepaba de los bajitos que “buliniaban” a su negro. A pesar de su dudoso aval, quería crecer rápido para parecerme al monito Alan Ladd en la película Shane.
De esa época de piernipeludo data mi devoción por los libros. El primero fue Lejos del nido, de Juan José Botero, que oímos por radio. Los libros físicos los teníamos en préstamo de la Biblioteca Pública........
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