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Oscuro junio de Berruecos: Donde una conjura militarista asesinó al Gran Mariscal civilista, por José Ignacio Moreno Leónl

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22.06.2025

“¡Ay, balazo!” fue su postrera expresión cuando una bala le atravesó el corazón y otras dos impactaron en su cráneo. Su cuerpo cayó en el fangal del camino aquella triste mañana del 4 de junio de 1830. Allí permaneció hasta el día siguiente, en el sitio de La Jacoba, en la lúgubre montaña de Berruecos, al norte de Pasto. Fue en ese solitario lugar de Colombia donde mezquinos caudillos militares, impulsados por sus miopes complejos separatistas, segaron con el vil asesinato del joven Gran Mariscal de Ayacucho —el más noble y civilista prócer de la independencia— los últimos intentos del Libertador por salvar la Gran Colombia.

Había nacido en Cumaná, Antonio José de Sucre, el 3 de febrero de 1795, descendiente por ambas ramas de la más alta alcurnia de esa provincia. Formado desde los 15 años en la clase de ingeniería militar en Caracas, Sucre se alistó como teniente de ingenieros bajo las órdenes de Miranda, participando en 1813 y 1814 en campañas junto a Mariño y Bermúdez, alcanzando el grado de teniente coronel. El joven patriota emprendió una de las gestas más brillantes de la independencia, participando en 1815 en la defensa de Cartagena como jefe del Estado Mayor de Mariño. Bolívar lo ascendió a coronel y, en 1819, cuando apenas tenía 24 años, lo nombró general de brigada.

A su ya notable carrera militar, Sucre sumó sus primeros méritos como gran diplomático y hábil negociador. En 1820, el Libertador lo comisionó para negociar con Pablo Morillo el histórico tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra. Luego vendrían relevantes contiendas épicas fuera de las fronteras patrias: en 1821, la batalla de Yaguachi aseguró la independencia de Guayaquil; en 1822, triunfó en la batalla de Pichincha,........

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