menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

Miguel Méndez Fabbiani: ¿De cómo Hayek venció a Keynes?

9 0
25.07.2025

En la vasta sinfonía de la historia económica del siglo XX, pocos duelos intelectuales han sido tan decisivos como la dura y prolongada batalla económica silenciosa, casi filosófica, ética y existencial, entre Friedrich August von Hayek y John Maynard Keynes.

Está fue un cruento y extenso combate desigual de ecos clásicos, entre un David y un Goliat, donde el primero no blandía piedras sino principios lógicos, y el segundo armaba su artilugio con encantadores discursos, influencias académicas imperiales y la astucia de un exquisito cortesano de Cambridge.

Desde los salones del King’s College, donde Keynes desplegaba con elegante petulancia sus ideas de intervención estatal, gasto público y “animal spirits”, hasta las lúgubres y vacías oficinas de la London School of Economics donde Hayek, con la obstinación de los hombres destinados a no ser entendidos en su propio tiempo, continuaba Hayek defendiendo los principios del orden espontáneo, el Estado mínimo y la soberanía de los precios, el drama económico del siglo XX se escribió no con datos, sino con mucha sangre intelectual derramada inútilmente.

Hayek no solo perdió la primera batalla: sino que fue permanentemente exiliado al olvido. En la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, el keynesianismo se volvió unánime dogma macroeconómico de reconstrucción.

Las burocracias estatales crecieron todas como hongos en otoño, las monedas flotaban sobre déficits sin remordimiento alguno, y los planificadores centrales se erigían en nuevos arquitectos del bienestar. Keynes, con su elitista ingenio británico y su elegante carisma indiscutible, se convirtió en el sumo sacerdote de una nueva ortodoxia económica moderna.

Hayek, en cambio, fue tratado como un advenedizo errático y un paria indeseable: sus libros dejaron de citarse, sus alumnos se dispersaron, sus conferencias quedaron vacías.

“Estás equivocado, Maynard”, le escribió Hayek en una carta nunca publicada. “El orden económico no se diseña. Se descubre”.

Esa frase sería rescatada décadas más tarde por Milton........

© La Patilla