María José Cabrera Ibáñez: El dolor no decide por mí
El dolor suele nombrarse como lo peor: lágrimas, un pecho que se encoge, una punzada que insiste. Pero también es vida. Lo sé porque me he sentado con él y he aprendido su gramática. Hay días en que se queda afuera y respiro sin su sombra; otros, me arrastra a aguas turbias donde no sé nadar. Me dijeron que con el tiempo aprendería a surfear las olas; mi dolor, sin embargo, es obstinado. Habita un instante exacto que partió mi mundo y, a veces, me creo anclada allí. Escuchar a mi terapeuta ponerle nombre a esa memoria que se repite fue un alivio: ahora siento, en carne y hueso, lo que entonces no pude sentir, y descubro su doble filo. Puede romper, sí, pero también puede reconstruir.
Antes tenía un norte con rostro. Hoy camino con las herramientas que me dejó para convertirme en mi propio norte. El dolor me atraviesa, pero no me administra. Hay dos maneras de recibirlo: dejar que me desgaste para volver distinta, o permitir que devore lo que soy. Depende de lo que haga con él. Llorar........





















Toi Staff
Sabine Sterk
Penny S. Tee
Gideon Levy
Mark Travers Ph.d
Gilles Touboul
Rachel Marsden
Daniel Orenstein
John Nosta