Luis Manuel Aguana: Venezuela, percepciones y realidades
Cada vez que un líder opositor dice que el régimen “está más débil que nunca”, que “está caído”, cuando la realidad parece demostrar todo lo contrario, me pregunto: ¿sobre cuáles hechos sustentan esa afirmación? ¿O es que hay realidades que solo ellos conocen, que les permiten hacer esas aseveraciones? O más bien será que piensan que al resto de los mortales solo nos queda creer para no perder de alguna manera la esperanza de que todavía las cosas pueden cambiar, basándose en una confianza depositada en las dos fechas clave de la oposición, el 22 de octubre de 2023 y el 28 de julio de 2024.
Pero la inevitable siguiente pregunta sería: ¿y hasta cuándo puede durar eso? Pero hasta esa confianza no es ilimitada, por más alta que esta haya demostrado ser hasta ahora. De allí que se necesita estar abonándola con pequeñas victorias, hasta conseguir la victoria final. Pero si estas pequeñas victorias son difíciles también, se requiere de algo más para mantener las pelotas de la confianza de la gente en el aire, tal como lo haría un malabarista.
La “pequeña victoria” del escape de los rehenes de la embajada argentina –que bien puede considerarse como gran victoria desde la perspectiva de los Derechos Humanos y la lucha valiente de los venezolanos- fue de mucha ayuda a la oposición para levantarle el ánimo y la moral a los ciudadanos, de que todavía se pueden realizar acciones frente al régimen, para mantener la confianza de que si se puede llegar “hasta el final”.
Sin embargo, en la medida en que las “pequeñas victorias” se distancian entre sí, se erosiona naturalmente la confianza, requiriéndose de una estrategia que vaya más allá que decir todos los días que el régimen “está débil” y se “caerá mañana”, solo porque la oposición lo afirma (a menos, claro está, que se demuestre con hechos).
El régimen no está quieto, esperando que lo desplacen, se reafirma y se atornilla cada día con........
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