Luis Manuel Aguana: Hacer política en Venezuela
¿Qué significa hacer política? Esto me contestó el buscador de Google en el primer intento: “Hacer política significa involucrarse en actividades relacionadas con la toma de decisiones en grupo, el ejercicio del poder, la gestión de recursos y la búsqueda del bien común, a través del diálogo, la negociación y la formulación de leyes y políticas para el progreso y el orden social”.
La pregunta viene a cuento por el escandaloso silencio del debate nacional relativo a como se ha detenido el país a la espera de un desenlace de la situación generada por el envío de buques de guerra norteamericanos frente a nuestro territorio, donde, por un lado, el régimen se encuentra a la espera de una hipotética invasión de los EEUU, y por el otro, una oposición que ha reducido su accionar político a las decisiones que se tomen en la Casa Blanca, para cristalizar la captura de quienes ostentan el cartel de “se busca” por narcotraficantes, producido por las autoridades norteamericanas. A esa mueca se ha minimizado el hacer política en la Venezuela de hoy.
¿Se está haciendo política en Venezuela? Claramente, no. De acuerdo a esa definición estándar del buscador mencionado, no se están tomando decisiones que incluyan, a través del diálogo, la negociación y la formulación de políticas para el progreso, a todos los grupos de interés que tienen que ver algo con lo que pasa en el país. Venezuela no solo le pertenece a quienes se dedican a la política como oficio, aun cuando ellos también formen parte y tengan una opinión importante que dar.
Y no es porque nos encontremos en el medio de un régimen autoritario como el que nos gobierna desde hace más de un cuarto de siglo. No. Es porque el debate para discutir las opciones de política a aplicar a la desgracia que sufre el país, se redujo a su mínima expresión, al concluirse –a pesar de todo el doloroso recorrido de la población venezolana- que “la única manera de salir del problema tiene que pasar por una solución de fuerza”. Y en ese sentido, hemos llegado al punto de esperar a que un político –o políticos- fuera de nuestras fronteras, cuyos intereses muy probablemente no se correspondan con los nuestros, tomen una decisión de esa magnitud por nosotros, porque “no podemos solos”.
Y a muchos les será intolerable este punto de vista, y puedo comprenderlo. Venezuela está exactamente en el caso de una persona herida al que por un accidente –en este caso de la historia- se le clavó un objeto punzante en el pecho, y que por un milagro divino todavía no se ha muerto, pero está agonizante. Se ha convencido a la mayoría de sacar el objeto inmediatamente, en la desesperación de salvarle la vida. Y ha prevalecido ese criterio para nuestro país, al punto que ya no se hace política. O es eso o nada.
Al utilizar la metáfora médica, debo indicar la recomendación para esos casos: “Se debe evitar retirar un objeto incrustado de una herida porque se corre el riesgo de causar un sangrado más severo si el objeto está taponando un vaso sanguíneo, agravar el daño interno si ha perforado órganos, o desestabilizar al paciente en caso de hemorragia masiva. En su lugar, se debe inmovilizar el objeto con un vendaje para prevenir su desplazamiento y buscar atención médica profesional de inmediato” (ver video explicativo de medicina pre-hospitalaria en https://www.instagram.com/reel/DHCDL9vuXOO/).
Y en el caso venezolano la situación es más grave. Se ha creado la percepción masiva de que sacar el objeto que hace daño, resolverá la situación. Sin embargo, debemos estar claros de que sacar el objeto de la forma planteada no........
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