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Luis Alberto Perozo Padua: Andrés Bello y el sabor prohibido de la Totona

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31.07.2025

Detrás del sabio Andrés Bello se esconde una anécdota picante y poco conocida. “Totona”, el nombre de un postre inocente se convirtió en contraseña de deseo. Una historia que revela al humanista en su faceta más humana y traviesa

Entre códices de gramática, cartas de república y tratados de derecho, Andrés Bello guardaba un apetito que no cabía en sus discursos: uno dulzón, cremoso y secreto. El sabio caraqueño, que tanta luz dio al idioma español, tenía también un rincón oscuro y delicioso que recorría con más pasión que cualquier cláusula subordinada: la cocina donde se escondía la Totona.

Don Andrés Bello (Caracas, 1781 – Santiago de Chile, 1865) es una figura insoslayable en la historia hispanoamericana. Poeta, filólogo, jurista, educador, fue mentor de Simón Bolívar y arquitecto moral de la América republicana.

Sin embargo, detrás de su toga de académico y su pluma civilizadora, latía un hombre de pasiones, de placeres y de humor. Y una anécdota, contada con sorna en las esquinas de Caracas y recogida por cronistas populares, lo retrata con una picardía que no figura en los libros escolares.

“Mathilde, quiero Totona”

Se dice que Bello tenía en su casa una joven criada de origen holandés llamada Mathilde. De ella no ha quedado nombre ni retrato, pero sí el rumor de una belleza provocadora y manos expertas en la preparación de un postre de pulpa de toronja, naranja y........

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