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Bolívar en Nueva York: la estatua que conectó a Venezuela con EEUU, por Luis Alberto Perozo Padua 

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07.08.2025

Más que una obra de arte público, la estatua ecuestre de Simón Bolívar en Nueva York representa un gesto diplomático de largo aliento entre Venezuela y Estados Unidos. Desde su inauguración original en 1921 hasta su reinauguración en 1951, este monumento ha sido escenario de alianzas simbólicas, actos oficiales y ceremonias cívicas que consolidaron la relación bilateral y aún resuenan en el paisaje diplomático del corazón de Manhattan

Era 19 de abril de 1921 y el sol de primavera iluminaba Central Park con una solemnidad insólita. En lo alto de Summit Rock —el punto natural más alto del parque, que pronto se conocería como Bolívar Hill—, una multitud aguardaba. Entre ellos, el presidente estadounidense Warren Gamaliel Harding, funcionarios venezolanos llegados en barco desde Caracas, descendientes de próceres independentistas, representantes de todas las repúblicas de América del Sur y ciudadanos de todas partes.

A las cuatro en punto, en ese rincón de Manhattan, América del Sur y del Norte se estrechaban la mano en bronce. La escena no escatimaba en símbolos. Marines formaban en fila, una banda militar afinaba instrumentos, el bronce de la estatua esperaba oculto bajo una lona.

Harding tomó la palabra, no como político, sino como orador de historia. Citó a al general George Washington, evocó al Libertador Simón Bolívar, invocó el espíritu de Lexington y Caracas en una misma fecha, en un mismo mensaje. Su voz retumbó entre los árboles del parque, cuando dijo: “Este día es el aniversario de la batalla de Lexington… y también del inicio de la lucha por la libertad en Venezuela”.

Un cruce de caminos históricos quedaba así bendecido bajo el signo de la libertad compartida. El momento cumbre llegó cuando una niña venezolana tiró de la cuerda y el bronce emergió. El Libertador, montado en su caballo, se alzó ante un público que rompió en aplausos. Salvas de honor tronaron. Sonaron los himnos de Venezuela y Estados Unidos. El bronce vibraba. Y una carta sin papel, firmada por los pueblos, quedaba inscrita en la piedra del parque más famoso del mundo.

Un gesto conmemorativo

Como recuerdo del acontecimiento, el gobierno venezolano ordenó la acuñación de una medalla conmemorativa, la cual fue entregada como obsequio a los invitados que asistieron a la ceremonia de reinauguración en 1951.

La pieza, de diseño sobrio y simbólico, fue producida por la reconocida firma neoyorquina Whitehead & Hoag, especializada en la fabricación de medallas y emblemas oficiales. Más que un simple recuerdo, aquella medalla selló el valor histórico y diplomático del momento, al tiempo que proyectaba un mensaje de fraternidad interamericana.

Encargo diplomático

Lo que en apariencia fue un gesto de........

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