Lorenzo Bernaldo de Quirós: El "alto al fuego" entre Irán e Israel
La historia reciente ha sido testigo de un alarmante repunte en las hostilidades entre Irán e Israel; un conflicto que, si bien a menudo se ha librado por medio de proxies o en la «zona gris» de la ciberguerra y de la desinformación, ha escalado intermitentemente hasta confrontaciones directas. La novedad más reciente y trascendental ha sido el bombardeo de instalaciones nucleares iraníes por parte de Estados Unidos; un evento que, lejos de erradicar la amenaza nuclear, puede haber hecho aún más complejo el panorama. A esto se suma un factor crucial en la ecuación de poder: el debilitamiento significativo de los principales proxies de Irán, como Hamás y Hezbolá, que han sufrido daños considerables en sus capacidades operativas.
A pesar de los anuncios de alto el fuego, los interrogantes sobre la viabilidad de la consolidación de una paz duradera entre estas dos potencias regionales persisten. La cruda realidad es que las probabilidades de que un cese de hostilidades se transforme en una desescalada sostenida y, mucho menos, en una reconciliación genuina, son extraordinariamente bajas. Esta conclusión se cimienta en una intrincada amalgama de factores históricos, ideológicos, estratégicos, políticos internos y dinámicas geopolíticas que, en conjunto, convierten cualquier atisbo de paz en una quimera casi inalcanzable.
La raíz del antagonismo: Ideología y existencia
En el epicentro de esta enemistad yace una profunda y arraigada confrontación ideológica y existencial. Para la República Islámica de Irán, desde su génesis en la Revolución de 1979, la existencia del Estado de Israel no es solo una cuestión política, sino una afrenta fundamental a sus principios fundacionales y a su visión de un nuevo orden regional basado en preceptos islámicos. La narrativa oficial iraní demoniza a Israel como un «régimen sionista ilegítimo» y un «peón de la hegemonía occidental» en Oriente Medio.
Esta ideología antisraelí no es meramente retórica; se traduce en un apoyo constante y manifiesto a grupos armados como Hezbolá en Líbano y Hamás en Gaza, organizaciones cuyo objetivo declarado incluye la erradicación de Israel. El apoyo material, financiero y armamentístico a estos proxies es una manifestación tangible de la estrategia iraní para rodear a Israel y mantenerlo bajo constante amenaza.
Por su parte, Israel percibe a Irán como la principal amenaza existencial a su seguridad nacional. Esta percepción se ve amplificada por varios factores clave: el programa nuclear iraní, que Israel considera una amenaza directa a su supervivencia; el desarrollo y proliferación de misiles balísticos de largo alcance capaces de alcanzar territorio israelí; y la consolidación de un «arco chiita» o «creciente chiita» que, a través de Siria, Líbano e Irak, busca extender la influencia iraní hasta el Mediterráneo. Las constantes amenazas verbales por parte de líderes iraníes de «borrar a Israel del mapa» no son tomadas a la ligera en Jerusalén. En este contexto, cualquier tregua es interpretada por ambas partes con extrema cautela y desconfianza. Es vista no como un paso hacia la paz, sino como una pausa estratégica o un respiro táctico.
Intereses estratégicos contrapuestos: Un juego de suma cero
Más allá de la ideología, los intereses estratégicos antagónicos alimentan un ciclo implacable de agresión y represalias que anula cualquier esperanza de un alto el fuego duradero. Israel implementa activamente una estrategia de «guerra entre guerras» (MABAM, en hebreo), que implica ataques preventivos y disuasorios, principalmente aéreos, contra objetivos iraníes y de sus proxies en Siria, Líbano y ocasionalmente en Irak. Estas operaciones buscan degradar las capacidades militares de Irán en la región, impedir la transferencia de armas avanzadas a Hezbolá y desmantelar la........
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