Julio Borges: La victoria moral de Venezuela, de la clandestinidad hasta Oslo
Vivimos una era de retroceso democrático. En distintos rincones del planeta, los cimientos de la libertad se resquebrajan bajo la presión del poder. En muchos países, la libertad ya no muere solo por decreto, sino también por indiferencia. El miedo, la manipulación masiva y el relativismo moral corroen lo que generaciones enteras levantaron con sacrificio.
La democracia está en peligro. No es una frase retórica, sino una advertencia urgente.
La democracia se ha vuelto incómoda para los poderosos. Exige límites, humildad, respeto por la ley y por el adversario. En cambio, la política contemporánea prefiere el espectáculo y la obediencia, la teatralidad del líder antes que la transparencia del servicio público.
Para los venezolanos, este Nobel no es un premio: es una resurrección moral. Después de años de represión, exilio y pobreza, el mundo ha reconocido que detrás del caos hay un pueblo que no se rindió. No solo se galardona a una dirigente política, sino a la dignidad colectiva de millones de personas que eligieron la vía pacífica cuando la violencia parecía el único camino posible.
El Nobel, en este sentido, no solo honra a María Corina, sino que reconoce un método de lucha: el de quienes creen que la verdad es más fuerte que el poder.
Para Venezuela, que lleva más de 25 años enfrentando la dictadura, este reconocimiento es un aliento moral, una confirmación de que el sacrificio no ha sido invisible.
Desde el extranjero, muchos vieron durante años a Venezuela como una crisis más entre tantas. Hoy, el Nobel obliga al mundo a........
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