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Juan Pablo García: El Destino sellado del poder al margen de la Constitución

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17.07.2025

Estamos conscientes de que, tanto en Venezuela como más allá de sus fronteras, lo que aquí diremos todo el mundo lo sabe muy bien y lo tiene siempre presente; pero también estamos claros en que, como expresión estratégica necesaria, la persistencia en el relato de la realidad política del país, para mantenerlo vivo y latente, es un valor al que no debemos renunciar.

Por ello, a pocos días de cumplirse un año de la histórica y gloriosa victoria electoral de la oposición democrática venezolana sobre la dictadura castro-chavista en la Elección Presidencial del 28 de julio de 2024, los factores que hicimos posible esa memorable gesta tenemos la obligación de recordarla con emoción, y de hacer un objetivo recuento mínimo de los más significativos pormenores que le conciernen.

En ese sentido, debemos acotar que la historia reciente no marca una simple continuidad del régimen, sino una mutación de lo político hacia lo simbólico y fácticamente totalitario. Y que el destino de Venezuela comenzó a sellarse cuando el poder “revolucionario”, el cual alguna vez simuló jugar a la democracia, dejó de fingirse representativo para convertirse arbitraria y criminalmente en amo del país y señor del tiempo y del relato. Es una historia larga que, por harto conocida, en esta oportunidad no la vamos a referir de manera pormenorizada, sino muy sucintamente.

Es necesario, sin embargo, traer a cuento que, durante más de un cuarto de siglo, el castro-chavismo se dedicó a diseñar y a montar, astuta y sistemáticamente, una estructura de poder que no descansa en el consentimiento popular, sino en el abusivo y criminal control de las instituciones. Fue así como la voluntad del pueblo se fue convirtiendo en un espejismo administrado a capricho desde el aparato estatal, donde cada voto es una cifra que puede ser domesticada, reinterpretada o, simplemente, suprimida.

Así pretendieron que fueran las cosas a propósito de la Elección Presidencial. Como fue público y notorio, la Venezuela democrática, con el anhelo de una transición legítima y pacífica acudió a los centros electorales entusiasta, decidida y esperanzada como nunca antes. El régimen dictatorial, sin embargo, sabiéndose anticipadamente derrotado, estaba listo para consumar su nefasto ritual: un descarado fraude electoral y constitucional que no necesitó sutilezas, porque prescindió en absoluto de la vergüenza, para derivar abiertamente en un crimen electoral, constitucional, moral e histórico-político sin precedentes en el país.

Edmundo González Urrutia, el candidato de la Unidad Democrática, obtuvo más de SIETE MILLONES DE VOTOS (exactamente 7. 443,584, para casi un 68%, números que pudieron ser superados, dado que solo se contabilizaron el 85% de las actas), frente a los tres millones y algo más de Nicolás Maduro (para un 30.49%), pero, en lugar de mostrar las actas que validaban los........

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