José Gerbasi: El logos en el abismo, la filosofía de la esperanza de Viktor Frankl
La vida de Viktor Frankl trasciende la anécdota biográfica para convertirse en un imperativo filosófico y una fuente perenne de esperanza. Su obra no es simplemente una técnica terapéutica; es una ontología de la esperanza cincelada en el sufrimiento más extremo. Frankl, fundador de la Logoterapia (del griego Logos, Sentido), nos legó un sistema que postula que la vida nunca deja de tener sentido, incluso y especialmente en las circunstancias más desoladoras. Esta es una tesis que él demostró con su propia existencia. Frankl rompió con las escuelas de su tiempo al afirmar que la pulsión fundamental del ser humano no es la búsqueda de placer o poder, sino la «voluntad de sentido». Si el ser humano es un ser en busca de significado, el vacío existencial que aflige a la modernidad (la neurosis noógena) es la patología de una psique hambrienta de un porqué. Para Frankl, el gran error moderno no es sufrir, sino creer que el sufrimiento carece de significado.
El holocausto no fue solo una tragedia personal para Frankl, quien perdió a casi toda su familia y a su esposa embarazada en los campos de concentración; fue el laboratorio brutal e involuntario donde su teoría se puso a prueba. Paradójicamente, fue allí donde encontró la confirmación inquebrantable de la dimensión noética (espiritual) del hombre.
Cuando Frankl, prisionero número 119.104, fue despojado de todo —sus pertenencias, su manuscrito científico, su identidad y, finalmente, su familia—, descubrió la joya más preciada de la existencia: la última de las libertades humanas. En medio del frío, el hambre y la inminencia de la muerte, observó que los prisioneros que tenían un «para qué» —una tarea que terminar, una obra por escribir, un ser amado esperando— mostraban una sorprendente capacidad para resistir. Los........





















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