El vals de lo eterno: Roger Federer y la poesía de vivir, por José Gerbasi
Dicen que el tenis es la metáfora más perfecta de la vida. Estás solo dentro de un rectángulo, enfrentando tus miedos, celebrando tus aciertos y aprendiendo que, tras un error no forzado, la única opción es respirar y seguir adelante. Pero hubo alguien que tomó esa metáfora y la elevó a la categoría de arte sacro. Alguien que no solo jugó al tenis, sino que lo compuso como una sinfonía silenciosa.
Ahora que las puertas de la inmortalidad oficial se abren para recibirlo en el Salón de la Fama, el mundo se detiene para honrar a Roger Federer, el hombre que nos enseñó que la belleza puede ser un arma letal.
Mientras otros corrían, Roger levitaba. Mientras otros golpeaban la pelota con furia, él la acariciaba con la precisión de un relojero y la pasión de un pintor. Su revés a una mano no era un golpe; era un pincelazo de caligrafía antigua dibujado en el aire, un arco perfecto que desafiaba las leyes de la física y explicaba las leyes del arte.
Federer........





















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