Revolución (¿?) bolivariana, por Humberto García Larralde
Si uno revisa las ocurrencias políticas que anunciaba Hugo Chávez, impresiona su fuerte adjetivación ideológica, sobre todo hacia el final de su mandato. El desmantelamiento del Estado de derecho –porque a eso se abocaron mayormente—se cobijaba en una retórica grandilocuente, adornada con las consignas “revolucionarias” que mejor encajaban. Eran años en que Chávez se bañaba en popularidad, habiendo sido reelegido con un margen apreciable de votos y provisto, por la providencia, de ingresos petroleros nunca vistos en Venezuela. Permitió izar esperanzadoras banderas de un Socialismo del Siglo XXI, validado por programas generosos de reparto –las misiones– que confirmaban sus bondades. El dominio histriónico del comandante se volcó a contraponer a sus “compatriotas” contra los “escuálidos, apátridas”, valiéndose de símbolos extraídos de la mitología patriotera y/o comunista, contagiando un espíritu “revolucionario”. Con ello, obnubiló tanto a tirios como a troyanos. Y es que, en Venezuela, la palabra “revolución” tiene buena vibra.
Sabemos en qué terminó esto. Muerto el gran taumaturgo y sustituido por un Maduro desangelado y sin los portentosos ingresos petroleros de su padre putativo, se desnudó la devastación que se había estado produciendo tras bambalinas. Y, en manos de tan incompetente e insensible legatario, el país fue cayendo en barrena, hasta llegar a la situación trágica que nos abruma hoy: una economía sin acceso al financiamiento internacional, reducida a menos de la tercera parte de cuando asumió el poder; la industria petrolera destruida; servicios públicos colapsados; la educación y la salud públicas en coma; una emergencia humanitaria compleja, tornada en crónica por la pobreza extendida; y las cárceles atiborradas de inocentes venezolanos. Porque la represión es su única respuesta “política”.
Difícil llamar a semejante hecatombe “revolución”. No obstante, sorprende escuchar todavía, en boca de jerarcas maduristas, elucubraciones maniqueas insistiendo en tal fantasía. La realidad no se toma en cuenta porque desmiente abiertamente........
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