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Maduro en Miraflores: un contrasentido como ninguno, por Humberto García Larralde

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30.04.2025

Nicolás Maduro lleva ya más de tres meses usurpando la presidencia de la República. Todo el mundo sabe que perdió las elecciones. El hecho de que todavía siga ahí, en Miraflores, ofende a los sentidos, a la razón y a toda noción de justicia. Constituye un contrasentido odioso. Y en muchas dimensiones.

El régimen político que encarna viola abiertamente los artículos 5º y 6º de la constitución, referentes a su debida fundamentación en la soberanía popular y a su carácter democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables. No respeta la independencia y equilibrio de poderes, tampoco los derechos asentados en su Título III y confunde el manejo de los recursos públicos con los propios (patrimonialismo). Es decir, desde el punto de vista institucional, la permanencia de Maduro es un contrasentido. Es incompatible con la constitución.

Su comportamiento político no es democrático. Sus aspectos definitorios son de una innegable estirpe fascista. No tolera juego político alguno. Maduro en Miraflores personifica un contrasentido.

Al asumir la presidencia en 2013, lejos de atender las necesidades de la gente, libró una guerra en su contra, reduciendo la actividad económica a poco más de la cuarta parte de cuando entonces. Pero no se quedó en eso. Desató una de las hiperinflaciones más prolongadas y severas de que se tenga noticia, hundiendo los niveles de vida de los venezolanos en un abismo profundo y quebrantando toda confianza en las relaciones de precio para orientar la decisión económica. Al continuar depredando a PdVSA con fines personales y partidistas, como hizo su antecesor, destruyó a la industria petrolera, principal proveedora de divisas a la nación. Pero no paró ahí. Aumentó la deuda externa a niveles impagables, precipitando el país a una situación de insolvencia y aislándolo de los circuitos financieros internacionales. En tales condiciones, ha pretendido combatir la inflación anclando el precio del dólar, –¡sin contar con las divisas para ello!–, recortando servicios y sueldos públicos, y asfixiando el........

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