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León Sarcos: El arte de pensar, discernir y disentir

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07.04.2025

No es posible construir un discurso político, pretendidamente novedoso, borrando los epitafios de las tumbas de los héroes de grandes reivindicaciones sociales y humanas.

Vivimos tiempos de un profundo desencuentro entre los intereses de los patrocinadores de la ciencia y la tecnología y los intereses del desarrollo humano.

No se puede ser pretendidamente nacionalista, demoliendo los derechos y el progreso que ayudaron a conquistar los fundadores de la democracia y los mártires de la ampliación de los derechos civiles.

Vivimos tiempos de vileza, crueldad y desencanto. Yo afirmaría que las expectativas maravillosas que generaron el fin del comunismo en 1989, el establecimiento de la globalización y la consolidación universal de Internet, se han transformado en un pasaje tenebroso de la historia cargado de miseria humana, incertidumbre y angustiosa expectativa por un futuro que nadie se atreve a predecir o se aproxima a descifrar, pero que tiene algunos componentes muy novedosos y algunos muy parecidos a los que desataron las dos primeras guerras mundiales. Especialmente porque a la verdad se ha impuesto la mentira, contra el derecho la arbitrariedad y la insolencia, y en lugar del modo la patanería y el espectáculo político para dirimir los destinos de algunas potencias.

Debemos voltear hacia Montaigne, cuando desde su torre escribió: El principal rasgo de la corrupción de las costumbres es el destierro de la verdad, pues, como decía Píndaro, ser veraz es el comienzo de toda virtud y la primera condición que Platón exigió al gobernador de la república… Mentir es un vicio infame, que un antiguo pintó con oprobiosos colores cuando dijo: es dar muestra de menosprecio a Dios, a la vez que temer a los hombres.

El discernir espiritual y el discernir político

Necesitamos ser conscientes de nuestras tentaciones y temores, de los consuelos y luces que Dios nos da y, de los diversos movimientos que ocurren en nuestro interior. San Ignacio de Loyola

El primero de los caminos hacia la verdad lo constituye la puesta en práctica de la capacidad para discernir el sendero de la luz. Desde el punto de vista religioso, la facultad básica espiritual cuyo fin primero es la búsqueda de la verdad en Dios. El discernimiento es un don del Espíritu Santo. Por eso, el discernimiento en términos espirituales consiste en ir explorando la parte interior de nosotros, seres humanos, en toda su complejidad: psiquismo, emotividad, afectividad, el discurrir de los sentimientos, de las fantasías y de los sueños. En todo ese laberinto que es la naturaleza humana, en su interioridad mística, el ser humano puede afirmar que ahí se encuentra Dios.

En el Nuevo Testamento, la raíz griega de la palabra discernir, diakrino, significa separar mediante la búsqueda diligente, examinar; es la capacidad de discriminar o tomar determinaciones de forma adecuada. La Real Academia explica: facultad de distinguir la diferencia de las cosas. Juicio por el que percibimos separación, y declaramos la diferencia que existe entre diversos objetos, procesos y situaciones.

La raíz etimológica procede del verbo latino discernere, y significa distinguir, reconocer, separar, en mi opinión, la paja del grano. Y del sufijo mentum, que significa medio o instrumento. El discernimiento es, en definitiva, el proceso mediante el cual se toman decisiones importantes.

Maquiavelo tiene una frase para diferenciar las posibilidades que ofrece el hecho de estar bien facultado para discernir: Hay cerebros que disciernen por sí solos, hay otros que no disciernen, pero entienden lo que otros disciernen, y hay cerebros que ni disciernen ni entienden lo que otros disciernen. Los primeros son extraordinarios –son los imprescindibles, diría yo–, los segundos son buenos y los terceros, son inútiles.

A nivel elemental de creencias, casi todos los seres humanos de alguna manera disciernen, son la gran mayoría; a nivel social y político, una buena parte discierne y la otra es arrastrada por la corriente. Solo una minoría calificada suele tener siempre un discernimiento crítico sobre lo humano y lo divino.

No son abundantes los buenos discernidores

La felicidad es cuando lo que piensas, lo que haces y lo que dices están en perfecta armonía. Mahatma Gandhi

El problema es que esos hoy son invisibles. Imposibles de distinguir entre un tumulto de opinadores muy mal formados o deformados, los influencers y el resto de mortales que compiten y se inmiscuyen en cualquier discusión por muy calificado que sea el panel, únicamente de la mano de memes, bulos y del tío Google. Una vez que baje la marea y se normatice el uso de las redes en cada país, es posible que las aguas de la opinión y el juicio calificado y coherente tomen cuerpo de nuevo y la relevancia que merecen para ayudar a la toma de mejores decisiones sobre el futuro.

Discernir bien, con verdad, con sindéresis, con modo, argumentando razones, inspirado en principios, en leyes y en el conocimiento y la sabiduría acumulada a lo largo de la historia, es un arte que nos permite tomar decisiones cada día, desde un sistema de valores trascendentes, que nos sirve de guía. El discernimiento es el proceso de hacer distinciones, inteligentes, consistentes y congruentes, integrando el componente transpersonal. Es, escoger, es vivir, decidirse y definirse. Yo soy lo que en definitiva mis decisiones serán, producto de discernir.

De nuevo Montaigne, no está la verdad como decía Demócrito, escondida en el fondo de los abismos, sino elevada en la altitud infinita, en el conocimiento divino. El mundo no es más que una escuela de investigación. No se trata de llegar a la meta, sino de quien ejecutara las más bellas carreras

La democracia y los seres humanos

No me molesta encontrar el error cuando deriva de la ignorancia; lo que me subleva es la necedad. Montaigne

Nadie está bien cuando puede estar mejor –pensaba San Agustín–. Está inscrito en el alma humana la animación al crecimiento, al desarrollo integral, a dar lo grande de sí mismo, cuando se aceptan nuevos desafíos y hasta en el tiempo de espera se avanza, se crece, se va adelante, como en los viejos tiempos, en una campaña permanente por ser y vivir una vida mejor. No solo la nuestra sino la de todos.

Las limitaciones, las enfermedades, las manías, los trastornos de psiquis, la inversión de valores, el cansancio, el aburrimiento, la concupiscencia, los retrocesos de (en) reivindicaciones sociales y políticas, son fallas humanas; la democracia no es la responsable, la democracia es un sistema único, que por plural y respetuoso de los otros, tolerante a veces, implacable en otras y sobre todo perfectible, nos permite convivir humana y civilizadamente.

No se ha inventado otro y cuando se patea su normativa, su orientación, sus leyes, es que una minoría está abusando de la mayoría, una elite equivocadamente se ha apropiado de la representación y amenaza su vigencia temporalmente. La democracia es la versión estructurada de un ser........

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