Benigno Alarcón Daza: 8 mitos y realidades sobre una transición democrática en Venezuela
A medida que aumenta el debate internacional sobre Venezuela, también crecen las dudas: ¿está la sociedad venezolana preparada para una transición? ¿Se desataría una guerra civil? ¿Podría el país volverse ingobernable por la presencia de grupos armados? Este artículo intenta responder, con evidencia y realismo, los temores más frecuentes expresados por algunos articulistas y entrevistados recientemente en medios internacionales, algunos de ellos muy prestigiosos.
1. ¿Quieren realmente los venezolanos un cambio político?
Sí, sin lugar a dudas, y de manera abrumadora. Todas las encuestas independientes coinciden en que entre 70% y 80% de la población desea una transición democrática y rechaza al gobierno actual [1][2]. El chavismo duro representa menos del 20%, y aun dentro de ese segmento existe más añoranza por lo que Chávez representaba que afección por el actual gobierno.
Pero aparte de la elección del pasado 28 de julio de 2024 en la que la única evidencia existente muestra el triunfo de la oposición por una amplísima mayoría en la que obtiene casi 70% de la votación, existe un plebiscito silencioso: el éxodo. Al día de hoy van cerca de 8 millones de venezolanos que han abandonado el país en la última década. Y aunque su posición política no se puede cuantificar porque a la diáspora, salvo contadas excepciones, no se le permitió participar electoralmente, ninguna sociedad que migra en esa escala está satisfecha con el statu quo.
2. ¿Está la sociedad venezolana políticamente madura para enfrentar una transición sin expectativas irreales?
Sí, y más que en cualquier otro momento de los últimos 25 años. La prolongada crisis ha producido un doble efecto:
Realismo político: los venezolanos han aprendido, a través de una amarga experiencia de ensayo y error, que no hay soluciones mágicas ni transiciones instantáneas. Los estudios cualitativos y de campo muestran claramente que la población prioriza hoy estabilidad, servicios básicos, orden y seguridad, incluso por encima de sus aspiraciones legitimas a cambios en su nivel de vida, que han sido largamente postergados [3].
Disposición a dar tiempo a un nuevo gobierno: en todos los sondeos recientes, amplias mayorías reconocen que una transición requerirá sacrificios y tiempo. La gente quiere resultados, pero entiende que los problemas estructurales —infraestructura colapsada, servicios destruidos, economía paralizada— no se resuelven en meses.
El riesgo no está en la acumulación de expectativas imposibles; está en no dar señales claras de que la transición es posible y será real. Cuando la población percibe ambigüedad, temor o indefinición, surge frustración y la desesperanza. Pero cuando ve dirección y posibilidad de éxito, resurgen las expectativas positivas, así como la disposición a participar y construir con disciplina y paciencia, como quedo demostrado en la Primaria de 2023 y la elección presidencial de 2024.
3. ¿Existe riesgo de una guerra civil o de violencia política generalizada?
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