Trump redefine la guerra: carteles como enemigos absolutos, por Antonio de la Cruz
«Soberano es quien decide sobre el estado de excepción».
Carl Schmitt
Hay momentos en que la política se despoja de sus disfraces institucionales y revela su esencia originaria: la distinción entre amigo y enemigo. En esos instantes, las leyes ceden su lugar a la decisión; la diplomacia, a la voluntad de imponer orden. El retorno del presidente Trump a la Casa Blanca ha traído de vuelta ese tipo de política: una que no teme actuar fuera del terreno neutral del derecho cuando percibe una amenaza existencial.
Desde su primer día en el cargo, Trump ha transformado el problema del narcotráfico —hasta ahora tratado como un asunto de criminalidad transnacional— en una cuestión de seguridad ontológica. No se trata, según su lógica, de perseguir delincuentes; se trata de combatir estructuras que desafían directamente la soberanía, que erosionan los fundamentos morales del Estado y que siembran el caos en nombre de un orden alternativo.
La decisión de etiquetar a los carteles como entidades equiparables al terrorismo no es un tecnicismo diplomático, sino una declaración de intenciones: no hay ya un terreno común de negociación, sino una línea de exclusión. Al hacerlo, el presidente delimita un “otro” radical, al que no se le aplican las normas del delincuente común, sino las del enemigo en sentido pleno. El jefe del Cartel de los Soles no es presentado como un infractor de la ley, sino como el comandante de una maquinaria hostil que........
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