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Pájaros cabreados

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Pájaros cabreados

Por fin tengo en mi poder, no el santo Grial, tampoco otra encuesta de esas que vaticinan que PP y VOX ganarán las elecciones, el Oscar a la mejor interpretación, MásterChef Celebrity y hasta la Champions, sino mi muy ansiada carta con una cita médica para traumatología. Aunque la Junta insiste en que la espera es de sólo ochenta días…

Mientras espero sine die a que el robot DaVinci, con la IA o el iluminado de Elon Musk al mando, me ampute mis dolientes brazos humanos y los sustituya por los de Terminator para cumplir mi sueño de seguir trabajando como una bruta hasta los ochenta, he estado ayudando a mis tíos a encerrar sus pitas en cumplimiento de la orden ministerial.

Por eso ahora tengo además los brazos como una yonqui de los años ochenta, llenos de picotazos y arañazos. Es lo malo de ser buena persona, que haces caso al primer mostrenco sin sotana e hisopo que te grita "el poder del ministro de Agricultura te obliga".

Yo también soy de los buenos, que conste donde proceda y surta los efectos oportunos. Lo malo es que ya no soy borrega joven. Soy oveja vieja y estoy harto escorreada. No hago caso de perros de carea ni de mastines. Esa es la razón por la que mis pitas siguen libres como el viento que recoge mi lamento y mi pesar.

Esa, y porque en 2020 leí el libro del virólogo........

© La Opinión de Zamora