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Bendito sea el caos
El 10 de septiembre de 1981, siete meses después del intento de golpe de Estado, llegaba a España el Guernica de Picasso. «El último exiliado», en palabras de Íñigo Cavero, a la sazón ministro de Cultura. El lienzo se expondría al público el 25 de octubre en el Casón del Buen Retiro de Madrid, rodeado de una enorme expectación mediática y ante las «fuerzas vivas» del país, heterogéneo grupo de personalidades que José Luis Sert describió en un célebre párrafo, tantas veces referido. La reproducción en prensa del esperado momento dejó, entre muchas, una imagen icónica: la emblemática obra en el centro de la estancia, flanqueada por la bandera española y protegida por un cristal antibalas y un guardia civil con metralleta.........
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