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Hablemos de la ‘eutopía’: en el espejo de Trump (y 2)

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25.05.2025

Reconocer las maquinaciones autocráticas europeas reflejadas en el espejo de Donald Trump significa también constatar que, en las últimas décadas, no solo nos hemos engañado sobre las políticas de las llamadas «grandes potencias» y sus herederos, sino también sobre nuestros propios actos como beneficiarios de esta neoautocracia.

Cuando se trataba del Sudeste asiático (Corea, Vietnam, Laos, etc.), Oriente Próximo (Irán, Irak, Siria, Palestina, etc.) o América Latina, supuestamente siempre hemos buscado fortalecer los «valores democráticos» y «la paz». Nosotros, los occidentales, estábamos encantados de dar fe de ellos ante los demás mientras cometíamos o encubríamos crímenes atroces.

El presidente estadounidense simplemente continúa con esta política. Esta vez, sin embargo, también nos afecta a nosotros, los europeos. Y, a veces, habla de ello sin rodeos. Tanto si nos gusta como si no, Canadá y Groenlandia son ejemplos de reliquias del colonialismo europeo sobre las que simplemente hemos hecho la vista gorda.

¿No es el Canadá actual un producto de las guerras imperiales de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, y de negocios turbios que devastaron los recursos humanos y la naturaleza, incluido el comercio de tierras y personas a escala gigantesca (Compañía de la Bahía de Hudson, Luisiana, Alaska, etc.)? Por no hablar del trato a las Primeras Naciones, al que podríamos referirnos como genocidio.

¿Y qué hay de Dinamarca? Este país supuestamente tranquilo y progresista se separó dolorosamente de Islandia y las Islas Feroe durante el siglo pasado, pero se aferra a Groenlandia, donde, no hace mucho, el gobierno esterilizaba a las mujeres inuit por la fuerza.

En este contexto, las fronteras existentes y los sistemas políticos y económicos del corazón de Occidente tienen una legitimidad social cuestionable, si es que la tienen. Nuestro mundo contemporáneo es principalmente el producto de dos siglos y medio sangrientos que han costado cientos de millones de vidas, hectolitros de sangre y un sinnúmero de existencias destruidas. ¿Merece la pena garantizar la seguridad con el elevado riesgo de una guerra para mantener una herencia tan problemática?

Creo que necesitamos algo........

© La Marea