Contra el mito del capital raro: la economía social como brújula en tiempos financieros
Desde la crisis de 2008 hemos presenciado algo más profundo que un giro de política económica: el paso de un neoliberalismo en retirada a una forma más sofisticada de dominio que podríamos llamar Nuevo Capitalismo Financiero (NFC). Como explica Davide (autor del blog Crítica de economía política), esta nueva arquitectura no se limita a desregular mercados, sino que captura directamente las instituciones públicas, convirtiéndolas en garantes de la rentabilidad privada a través de esquemas como las asociaciones público-privadas (PPP) o el de-risking (eliminación del riesgo).
El NFC es más que una fase técnica: es una arquitectura ideológica que se autopresenta como natural e inevitable. Una versión sofisticada del TINA («There Is No Alternative») donde:
- El capital tiene derechos de gobernanza porque es escaso y móvil.
- Los Estados deben atraerlo y protegerlo, no regularlo ni redistribuirlo.
- Las instituciones públicas deben volverse «inversionables» o volverse irrelevantes.
- El desarrollo es financiarizable o simplemente no será.
Esta lógica ha penetrado tan profundamente que incluso construcciones supranacionales como la Unión Europea –diseñadas originalmente para crear poder colectivo frente a los mercados– terminan subordinadas a la misma arquitectura financiera que pretendían regular.
El desempoderamiento europeo como síntoma sistémico
El conflicto arancelario entre Trump y la UE ilustra perfectamente esta dinámica. Con la reactivación del mismo a raíz del anuncio de Trump de la nueva fecha límite del 1 de junio, numerosos analistas europeos han vuelto a señalar una realidad de las relaciones económicas entre la UE y USA: mientras Europa mantiene un superávit en bienes industriales frente a Estados Unidos, sufre un déficit estructural en servicios financieros y tecnológicos. Esta asimetría no es casual: refleja cómo una economía........
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