Miedo a la duplicación
Si hay algo que influya en nuestras vidas, guíe nuestro comportamiento y determine nuestras reacciones, es el miedo. Porque el miedo, cuando coloniza un espacio, ya sea una mente, unas instituciones o la sociedad, ya es difícil de eliminar, de gestionar, incluso por el que ha desencadenado la reacción.
El miedo es una emoción o sensación que, tras percibir un peligro real o imaginario, se activa para ayudarnos a hacerle frente, adaptándonos a las circunstancias presentadas o imaginadas, permitiendo evaluar las posibles soluciones al problema, y finalmente aprender para futuras ocasiones.
Los peligros que padecemos van variando con el tiempo y con el tipo de organización social en la que vivimos. Antes eran miedos asociados a la naturaleza, como el trueno, depredadores, volcanes, fríos o sequías. En la actualidad, los miedos se han multiplicado, tanto en cantidad como en calidad, pudiendo distinguir entre miedos exógenos, o sea, aquellos que hacen referencia a características del medio donde se vive (guerra, delincuencia, desahucios, falta de trabajo, contaminantes, radiaciones, pesticidas, superpoblación, la escasez de energía, la falta de agua,..…) y miedos endógenos, aquellos que se refieren a características propias de cada persona (a la vejez, al ridículo, a la pobreza, al fracaso, al éxito, a la soledad, al futuro, a la muerte,..).
De entre todos ellos, hay unos miedos concretos que, aunque, a algunos, nos producen cierto desasosiego, la mayoría de personas (políticos, economistas a sueldo, tecno optimistas, negacionistas del cambio climático, los de “alguien inventará algo”, los de “los recursos son ilimitados”, los de “yo no puedo hacer........
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