Las decisiones que no deben ser pospuestas
Tras la crisis del 29 y su Gran Depresión, la Segunda Guerra y el desplome de las democracias europeas, las élites políticas y económicas triunfadoras supusieron que, para evitar que aquello se repitiera, había que someter al capitalismo a una severa transformación de sus estructuras sociales y políticas. La relevancia de un nuevo pacto político fue pronto asumida, no sólo para “salvar” al capitalismo, sino para enfrentar el nuevo desafío planetario del comunismo soviético y su enorme capacidad de construir lo básico; así, se postuló la necesidad de crear un nuevo Estado que, entre sus tareas, estuvieran disminuir la pobreza y erigir regímenes que protegieran a las sociedades de la “cuna a la tumba”.
Se trataba de inventar un nuevo contrato social, cuyos primeros logros se concretaron en el New Deal rooseveltiano y el europeo Estado del bienestar, alimentado por la socialdemocracia y la propia democracia cristiana que emergían. A este inventario pronto se sumó el reclamo de grandes mayorías que adoptaron las divisas del desarrollo y las soberanías. Toda una ensalada que la Organización de Naciones Unidas (ONU) articuló como pudo y que Estados Unidos exigió encabezar, dado su carácter de gran vencedor.
Así, el Estado, además de sus funciones llamadas clásicas,........
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