En el no desarrollo
Es posible parafrasear al gran letrado Tito Monterroso y decir que a más de 40 años, el crecimiento mexicano sigue sin poder desatar sus potencialidades y, lo peor, atado a sus peores pesadillas y dogmas. Pasaron los lustros, cambiaron los gobiernos y hasta sus dichos, pero el crecimiento seguía ahí, pasmado.
Con un crecimiento del PIB menos que mediocre, casi siempre por debajo del 2%, socialmente insatisfactorio, como lo muestra su cauda de empleo informal y desempleo disfrazado, sin contar con motores dinamizadores de la movilidad social y de la diversificación productiva, los diferentes encargados de las finanzas han mantenido, y mantienen, sexenio tras sexenio, sus máximas a flote: lo primero es la estabilidad financiera y fiscal en general, conforme al credo de las “calificadoras”. De ahí proviene la reducción sostenida de la inversión pública y, ahora, del gasto público en su conjunto, se trate o no de la provisión de bienes esenciales para un mínimo desarrollo........
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