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Los palestinos son los «pielrrojas» del siglo XXI

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09.09.2024

«¿Qué tratado ha respetado el hombre blanco que el hombre rojo haya roto? Ninguno. ¿Qué tratado ha hecho el hombre blanco con nosotros que después él haya respetado? Ninguno. Cuando yo era niño, los siux eran los dueños del mundo; el sol se levantaba y se ponía en sus tierras. Hasta diez mil hombres iban a la guerra. ¿Dónde están hoy los guerreros? ¿Quién los ha exterminado? ¿Dónde están nuestras tierras?».
Toro Sentado, legendario Jefe Sioux, 1876

"Somos los pieles rojas de los colonos judíos en Palestina. A sus ojos nuestro solo y único rol consistía en desaparecer. En ello, es evidente que la historia del establecimiento de Israel es una continuación del proceso que dio nacimiento a los EEUU de América. Este es probablemente uno de los elementos esenciales para entender la solidaridad recíproca entre ambos".
Elías Sanbar, Conversación con Gilles Deleuze, 1981.

En el siglo XIX se hizo tristemente célebre el apelativo de "pielrroja" para referirse, en forma peyorativa, a los pueblos indígenas de los EEUU. El término fue inventado por los colonizadores ingleses desde finales del siglo XVI, pero solo se generalizó su empleo cuando los estadounidenses se dieron a la tarea genocida de eliminar a los habitantes originarios de las tierras del norte de América. En forma sádica el término se asocia con las cabelleras rojas por la sangre de los indígenas asesinados y que eran exhibidas por los colonos estadounidenses para comprobar que habían liquidado a los "salvajes" que se interponían en el camino de los "blancos civilizados" y su destino manifiesto de apropiarse de todo el territorio de Norteamérica siguiendo la ruta del sol.

Este genocidio adquirió legitimidad cultural a través de la literatura, el cine y la televisión, medios todos a través de los cuales se presentaba una versión invertida y mentirosa de la realidad histórica: los indígenas fueron los agresores y criminales y los colonos blancos fueron unas mansos corderos que tuvieron que defenderse. Esto se repite como un mantra en la actualidad en los EEUU, a través de libros de texto, series de televisión, películas... donde se ha convertido en una verdad oficial compartida por millones de habitantes de ese país. Esta falta de sensibilidad con los vencidos y el respaldo a la acción de los genocidas (entre los cuales se encuentran presidentes, militares, escritores, aventureros...), que oculta la magnitud del genocidio cometido en el "país de la libertad", se replica en gran medida en todas las guerras de conquista y agresión que EEUU ha emprendido contra el mundo entero desde comienzos del siglo XIX.

Los indígenas de América del Norte sufrieron un genocidio planificado, que llevó a la eliminación física de millones de seres humanos, a la expulsión de sus tierras, al despojo y la apropiación de sus bienes naturales por parte de los colonos blancos y a la desaparición de culturas milenarias. También generó resistencias y rebeliones por parte de los grupos indígenas, y cuando esto ocurría se consideraba inaudito y casi antinatural, porque no era posible que los salvajes osaran defenderse y levantar la mano contra los blancos civilizados y cristianos que les llevaban el progreso y la prosperidad.

Eso mismo es lo que hoy soportan en carne viva los palestinos, masacrados inmisericordemente por los nazisionistas de Israel, a los que se persigue, asesina y expulsa con los mismos procedimientos brutales de los colonos de los EEUU en el siglo XIX.

COLONIALISMO ELIMINACIONISTA

Los colonizadores y genocidas de Europa siempre tuvieron como modelo de referencia el exterminio de los indígenas en el siglo XIX. A ese modelo criminal se le conoce con el apelativo de "colonialismo eliminacionista", un derivado del colonialismo de asentamiento, colonialismo de ocupación o colonialismo de colonos. Estas denominaciones apuntan a señalar las características centrales del proceso de sometimiento y exterminio de los habitantes originarios por parte de los europeos o sus descendientes en EEUU, Australia, Argelia, Sudáfrica, Rodesia, Israel... En esos casos el objetivo es el exterminio de los nativos y su reemplazo por europeos. En el camino hacia ese objetivo, destructor de seres humanos, de su cultura y de su medio ambiente, puede esclavizarse a poblaciones enteras o exterminarlos en forma expedita, porque a la larga lo que importa es despejar el territorio de sus incomodos ocupantes y ponerlo a disposición de los colonizadores.

El colonialismo eliminacionista caracteriza el proyecto sionista en Palestina, en una típica replica del colonialismo de asentamiento. Y en eso no se diferencia de la trayectoria genocida de diversos imperios coloniales durante los últimos cinco siglos. Eso mismo fue lo que quiso hacer Adolfo Hitler, quien era un admirador del proyecto genocida llevado a la práctica en el "Lejano Oeste" por los estadounidenses. El nazismo pretendía ampliar las fronteras de Alemania hacia el Este y para hacerlo posible se requería eliminar a los habitantes de esos territorios (de Polonia y la Unión Soviética hasta los montes Urales) y reemplazarlos con "arios puros", que deberían dedicarse a la producción agrícola que alimentaran a la gran Alemania. Allá se quería replicar lo hecho en EEUU casi al pie de la letra. EEUU era el imperio ejemplar, porque había exterminado a los pielrrojas y había ocupado esas tierras con blancos civilizados.

Este colonialismo eliminacionista recurre a una serie de justificaciones que se basan en el racismo, la pretendida superioridad del "hombre blanco", la supremacía de la "civilización" sobre la "barbarie", la prelación de la religión de los colonos por encima de las "creencias paganas" de los indígenas, el proclamar que esos indígenas son un estorbo para el avance del progreso a quienes se debe eliminar a toda costa, y se anuncia........

© La Haine


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