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La caída de la tasa de ganancia del capital victimista y lastimero de Israel

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01.03.2024

"Para Edward Alexander, la singularidad del holocausto es un 'capital moral'; los judíos deben 'reclamar su soberanía" sobre esa "valiosa propiedad". -Norman Finkelstein, La industria del holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío, Siglo XXI Editores, Madrid, 2002, p. 54 (https://lahaine.org/eT4C).

"Israel [es] una nación necrofílica obsesionada y poseída por la muerte y, particularmente por los campos de exterminio del holocausto: incapaz de comprender la atrocidad y, sin embargo, lo suficientemente capaz de usar y abusar de sus recuerdos en nombre de sus objetivos políticos". -Ilan Pappé, La idea de Israel. Una historia de poder y conocimiento, Editorial Akal, Madrid, 2015, p. 214.

Múltiples han sido las repercusiones que han tenido los sucesos del 7 de octubre de 2023, cuando las fuerzas de la resistencia palestina atacaron a los sionistas en sus madrigueras y con ello demolieron el mito de la vulnerabilidad de Israel y rompieron para siempre la sensación de seguridad de los colonialistas que ocupan las tierras invadidas de Palestina. Existe una repercusión que poco ha sido considerada y es central para explicar la pérdida de legitimidad internacional del estado genocida de Israel: la erosión del Capital Victimista y Lastimero, que se acumulaba desde la guerra de 1967, momento cuando se creó el relato del holocausto, poderosa industria con la que han rentado, simbólica y materialmente, tanto el Estado de Israel como el lobby sionista de los EEUU, su principal sostén ideológico y propagandístico en todo el mundo.

En este ensayo consideramos la manera cómo está cayendo en picada la rentabilidad [la tasa de ganancia] del Capital Victimista y Lastimero [CVL]. Para eso, analizamos cuatro tópicos: en primer lugar se presenta una breve definición de ese tipo de capital, basándonos en la tradición de la crítica de la economía política; luego hablamos de la acumulación originaria de ese tipo de capital, cuyo punto cero de arranque puede ubicarse con precisión: junio de 1967, durante la Guerra de los Seis Días; después hablamos de la acumulación por desposesión de ese CVL que se realizó durante los últimos 55 años; y, finalmente, examinamos la forma como ha caído la tasa de ganancia de este capital en los últimos meses.

CAPITAL VICTIMISTA Y LASTIMERO, UN INTENTO DE DEFINICIÓN

De antemano es necesario precisar lo que se entiende por Capital Victimista y Lastimero [CVL], a partir de los lineamientos y el comportamiento del Estado de Israel y del lobby sionista de los EEUU, los tanques de pensamiento (de derecha y de cierta izquierda pro sionista) que lo han replicado en diversos lugares del mundo, y donde ha sido aceptado y tolerado en concordancia con los intereses sionistas, siendo los casos más notables los de Alemania, Francia e Inglaterra.

Para empezar, debe recalcarse que el CVL surge a partir de un hecho histórico real: el genocidio perpetrado por los nazis de Alemania contra los judíos de Europa, que formó parte de un genocidio más amplio que involucro a gitanos, personas incapacitadas (inválidos), comunistas y pueblos eslavos.

Ese hecho histórico, concreto y perfectamente identificable en el espacio y en el tiempo, y sobre el cual se pueden determinar sus causas fundamentales, fue transformado por el Estado de Israel y el lobby sionista de los EEUU en un capital simbólico que Israel ha usado a placer basándose en una singular ocurrencia: es un hecho único e irrepetible, al que se le dio un nombre propio y, en consecuencia, se escribe con mayúsculas, El holocausto. Cuando se utiliza esta denominación se recalcan varias de las características del CVL: en los prolegómenos y desenvolvimiento de la Segunda Guerra Mundial solo hubo un genocidio, el que afectó a los judíos; que este hecho se inscribiría dentro de un proyecto milenario de exterminar a los judíos, un proyecto que en esa lógica victimista se origina desde el mismo momento en que nace el "pueblo judío" (un término cuestionable, pues tal pueblo nunca existió); el holocausto sería un hecho único e irrepetible, y hace a los judíos especiales, porque ningún otro genocidio en la historia -si es que se reconoce su existencia- alcanzaría las proporciones de lo acontecido con los judíos durante la Segunda Guerra Mundial; en esas condiciones, el holocausto rompería la historia de la humanidad en dos, como un parteaguas, porque nunca, ni antes ni después, ha sucedido ni sucederá algo que iguale al padecimiento de los judíos en Europa tras la llegada de los nazis al poder en Alemania en 1933; esto le conferiría una superioridad moral al estado de Israel -que se arroga el derecho de asumirse como representante de todos los judíos del mundo -el cual se presenta como la eterna víctima de los "gentiles" (los que no son judíos y en teoría siempre son sus enemigos, abiertos, declarados o encubiertos); cualquier crítica que se haga al Estado de Israel o al relato del holocausto es señalada como expresión del antisemitismo de siempre, que quiere borrar a los judíos de la faz de la tierra. En síntesis, "holocausto no sólo sitúa a los judíos como un grupo aparte, sino que también les otorga 'derechos sobre los demás'". De tal forma, "la singularidad del holocausto es un 'capital moral': los judíos deben 'reclamar su soberanía sobre esta valiosa propiedad'"[1].

A partir de todos estos elementos, el CVL puede considerarse, en principio y de manera dominante, como un capital simbólico, puesto que lo que ha acumulado Israel es simpatía y lástima por el genocidio [holocausto] de los judíos durante la segunda guerra mundial. Alrededor de ese sentimiento Israel creó, con éxito, una poderosa industria de CVL, que le renta no solo ganancias simbólicas, morales y culturales, sino también ganancias económicas y materiales. Esto último se explica porque la industria del holocausto no es una figura o una metáfora; es, por el contrario, un poderoso negocio de índole multinacional que ha llevado a que, sobre todo el lobby sionista de los EEUU, llene sus bolsillos con millones de dólares que proceden de diversas fuentes: el negocio del holocausto [del CVL] con la construcción de museos, edición de libros, realización de películas, cátedras obligatorias en donde se enseña a experimentar lastima por los sionistas y a considerarlos eternas víctimas de la persecución que contra ellos librarían los antisemitas del mundo entero; y otra fuente importante del CVL en términos materiales es el cobro de indemnizaciones millonarias a países europeos, empezando por Alemania, para cederla a supuestos sobrevivientes del holocausto. Por eso, con ironía algunos dicen que en lugar de holocausto habría que hablar de Holocash [Cash en inglés significa dinero en efectivo, pago al contado]

La principal función del CVL es legitimar, ocultar y esconder los crímenes del estado sionista de Israel en las tierras ocupadas de Palestina, desde antes incluso de su fundación en 1948, y acentuados después de 1967. Los numerosos crímenes de Israel se justifican en forma recurrente recordando el holocausto, es decir, sacando a relucir el CVL, exhibiéndolo en forma impúdica. Hasta hace pocas semanas eso le era perfectamente funcional y rentable, porque gran parte de la humanidad occidental lo daba por cierto y señalaba al Estado de Israel como una pobre víctima, asediado por peligrosos e intolerables enemigos (los palestinos en particular y los árabes en general) que tiene derecho a defenderse, porque así lo determina su sufrimiento durante la Segunda Guerra Mundial [El holocausto] y además así lo dictan los cánones de origen divino en que se basaría la construcción del Estado de Israel, que encauzó al pueblo elegido por Dios hacia la tierra santa de Palestina. Y esto se legitima con la pretensión de que los judíos son ontológicamente superiores a cualquier otra etnia en el mundo.

El CVL opera en la vida cotidiana de los habitantes de Israel y en todos los lugares en donde la presencia de judíos sionistas exige someterse a los dogmas de victimización de los habitantes de Israel, al margen de cualquier otra consideración. Y quien se salga de esos dogmas, sencillamente es un antisemita, y se procede a acallarlo a las buenas o a las malas.

La acumulación de CVL tiene como finalidad generar, en forma consciente y premeditada, lástima -que no es compasión- hacía Israel que se auto proclama una víctima y basándose en esa auto victimización se aprovecha para expulsar, perseguir y masacrar a los palestinos. Con esa lógica, los agresores colonialistas de Israel aparecen como los agredidos, y los palestinos dejan de ser los colonizados y son presentados como invasores que quieren quitarle la tierra santa a los israelitas. El CVL como capital simbólico trastoca la realidad, la invierte de tal manera que los mansos leones [Israel] deben protegerse de las despiadas ovejas [los palestinos] que quieren devorarse a los pobres e indefensos felinos y exterminarlos. Por eso, estos atacan simplemente como un asunto de supervivencia, para defenderse y protegerse, no porque en su ADN esté escrito su carácter depredador y violento.

ACUMULACION ORIGINARIA DE CAPITAL VICTIMISTA Y LASTIMERO

Como cualquier capital, el CVL tiene un origen histórico que puede rastrearse con precisión. El proceso de incubación se presenta como resultado de la Segunda Guerra Mundial, más exactamente por el genocidio nazi. Llama la atención, sin embargo, que ese CVL no haya emergido plenamente en el momento de fundación del Estado de Israel (1948) sino que solamente aparezca veinte años después. Durante ese lapso se presentó la acumulación originaria, en la que fueron fundamentales la violencia, el despojo y la expropiación, porque el CVL de Israel viene al mundo chorreando sangre por todos sus poros.

La expropiación tiene una doble dimensión: es material, porque implica el robo de la tierra a los palestinos, habitantes originales de los territorios usurpados por Israel y su expulsión forzada desde 1947, es lo que se conoce como la limpieza étnica (la Nakba); pero la expropiación es también cultural, espiritual e histórica, ya que el naciente estado de Israel nace con unos mitos fundadores que niegan que los territorios recién usurpados tuvieran habitantes (según la invención sionista estaban vacíos, eran un desierto), y que esos pobladores tuvieran historia, costumbres, religiones, lengua, tradiciones. Sencillamente, en esta dirección, como lo repiten como loros amaestrados los sionistas de Israel, el pueblo palestino no existe, según lo proclamó la sionista y criminal de guerra Golda Meir.

En ese proceso de expropiación simbólica de la historia palestina ha sido determinante la continua referencia que hace Israel del holocausto y su conversión en una industria rentable. Ese fue un proceso que no se dio de manera inmediata, sino que requirió de cierto tiempo. Aunque Ben Gurion y otros fundadores del Estado de Israel hicieron alusión a un "Segundo holocausto" ya desde finales de la década de 1940, para referirse a la hostilidad generalizada que suscitó entre los árabes la decisión arbitraria de la ONU de dividir la palestina histórica en dos estados, y concediéndoles a los colonos europeos la mayor parte del territorio, así como las acciones brutales de despojo y expulsión llevadas a cabo por los grupos paramilitares del sionismo, que luego se convierten en las fuerzas armadas del naciente estado de Israel. En ese momento el término no caló ni tuvo mucha influencia, por un hecho geopolítico concreto: la necesidad por parte de EEUU de integrar a Alemania al orden capitalista, y limpiar su reciente pasado nazi y genocida. Por esa razón, no era de muy buen recibo señalar con el dedo acusador al recién llegado a la órbita del capitalismo hegemonizada por los EEUU, máxime cuando existía la rivalidad con la URSS. Esto explica que, en esos........

© La Haine


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