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20N: 49 años de la muerte de Franco y de continuismo neofranquista

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21.11.2024

[Artículo publicado en La Haine el 20/11/2014, que reproducimos ahora por su actualidad]

Lo realmente trascendente del 20N, de una fecha tan emblemática como el 20 de noviembre de 1975, no es que en la misma se produjera la muerte de Franco, sino que con ella se iniciará la etapa neofranquista que ha logrado perdurar hasta ahora. Con el fallecimiento del Dictador se pondrá en marcha el plan previsto por el propio régimen para posibilitar su continuidad. La del franquismo sin Franco. Un plan que formaba parte del proyecto previamente diseñado en sus aspectos esenciales ya en 1947, con la Ley de Sucesión, y que sería desarrollado a partir de 1969, ante el envejecimiento del General, con la proclamación de Juan Carlos como heredero político de Franco "a título de Rey". Una herencia que debía hacerse efectiva "al producirse la vacante en la Jefatura del Estado". El plan, que será todo un éxito gracias al colaboracionismo de la "oposición democrática", culminará con la entrada en vigor de la Constitución de 1978, y se asentará definitivamente con el autogolpe del 23F y el posterior triunfo del PSOE en 1982. El antifascismo, por tanto, debería movilizarse antes los 6 de diciembre que los 20 de noviembre, ya que el 6D, el día de la de la aprobación de la Constitución, representa la pervivencia del franquismo. La de un continuismo legitimado tras el disfraz de "monarquía parlamentaria".

"Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de jurar, como sucesor a título de Rey, lealtad a su excelencia el Jefe del Estado, y fidelidad a los principios del Movimiento Nacional (...) recibo de su excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco la legitimidad política surgida del 18 de Julio de 1936". Con estas palabras el ya "Príncipe de España" se dirigía a las Cortes fascistas tras jurar como sucesor del Dictador el 23 de julio de 1969. Mediante su institucionalización como sucesor, el régimen franquista ponía en marcha la maquinaría para lograr su supervivencia más allá de la vida del General, a través de un Rey que recibía de Franco su "legitimidad política". Una "legitimidad "surgida del 18 de Julio de 1936".

Y así fue. Sólo dos días después de morir el "Generalísimo", Juan Carlos recibe esa "legitimidad política surgida del 18 de julio" siendo proclamado Rey de España por las Cortes fascistas, tras haber prestado juramento antes aquellos "procuradores del Reino": "Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino (las equivalentes a la Constitución franquista) y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional (nombre del partido único fascista y sinónimo de ese régimen del 18 de julio)".

En contraposición a lo sostenido por la versión oficial de la historia difundida por el régimen, estas declaraciones de acatamiento al Dictador y de identificación con el ideario fascista por parte de Juan Carlos no eran algo excepcional, a las que se vería abocado por las circunstancias del momento. Incluso mucho después de la desaparición del Dictador, y de su régimen según la versión oficial, y ya ejerciendo como Rey y Jefe del Estado de la "España constitucional", aún las seguiría reiterando en múltiples ocasiones. Baste como ejemplo de ello las efectuadas en un comunicado emitido el 18 de julio del 78 por la "Casa Real", sólo unos pocos meses antes de la culminación de la supuesta "transición" con la aprobación de la Constitución, afirmando sin ambages que: "Hoy se conmemora el aniversario del Alzamiento Nacional, que dio a España la victoria (...) y a su cabeza el General Franco, forjador de la gran obra de regeneración".

El régimen franquista no desapareció con la muerte del Dictador. La fábula que se nos cuenta acerca de que tras la misma finalizó la Dictadura y comenzó un periodo transitorio, de ahí que se le denominase "transición", que construyó otro de carácter democrático, sólo se sostiene gracias a la unanimidad discursiva impuesta por el neofranquismo, y difundida por historiadores que cumplen con el papel de propagandistas del régimen. La "transición de la ley a la ley para llegar a la democracia", como fue definida por Torcuato Fernández-Miranda, auténtico cerebro gris y timonel de la reforma, no suponía, según el mismo afirmaba, "traición a los principios del 18 de julio", pues "ni se vulnera ni se deroga la legislación (franquista)". Y tenía razón, puesto que la "transición" no se hizo contra el régimen ni al margen del régimen, y mucho menos para acabar con él, sino con el régimen, a través de él y en su defensa.

La "transición" sólo lo fue en tanto que tránsito desde el viejo autoritarismo a un continuismo remozado. Del franquismo al neofranquismo. De ahí que la "reforma democrática" se limitara a la adecuación superficial de determinadas normativas,........

© La Haine


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