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Marielle Franco. Capitalismo dependiente y división regional del trabajo

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06.12.2024

"Si sos concejal de la ciudad vas a tener que aguantar la incomodidad de lidiar con una concejala negra. Y que no está haciendo política de cualquier manera".
Marielle Franco

Examinamos la trayectoria y el impacto social de Marielle Franco, una concejala de la ciudad de Rio de Janeiro, Brasil, asesinada en 2018, cuya actuación parlamentaria puso de relieve los DDHH, la justicia social y las cuestiones de género, especialmente en favor de las mujeres negras y de los habitantes de las favelas. Elegida por el PSOL (Partido Socialismo y Libertad, trotskista) con gran apoyo popular, Marielle trabajó intensamente para promover leyes y políticas públicas dirigidas al derecho a la vivienda, la salud, la educación, el combate a la violencia contra las mujeres y la valorización cultural de sectores invisibilizados de la sociedad. Entre sus logros legislativos se destacan el apoyo a proyectos que restringían la tercerización de la salud pública e iniciativas como el "Dossier Mujer Carioca", que tenía como objetivo recopilar e implementar políticas orientadas a las necesidades de las mujeres, con énfasis en la población negra.

Relacionamos la trayectoria de Marielle con el contexto socioeconómico del capitalismo dependiente en Brasil, analizando cómo sus acciones se alinearon con cuestiones estructurales de urbanización y desigualdad en las periferias. La investigación utiliza información del Ayuntamiento de Río de Janeiro y entrevistas con Marielle y su madre, Marinete, para destacar el legado de resistencia y activismo de la parlamentaria en un escenario de marginación urbana y económica.

En una entrevista para el programa «Conversaciones con Hildergard Angel» de agosto de 2023, Marinete, madre de Marielle Franco, compartió la historia de su familia y las influencias que marcaron la trayectoria de sus hijas, Marielle y Anielle. Marinete, originaria de Paraíba, se trasladó a Río de Janeiro en 1978, donde se casó con Antonio y tuvo a Marielle al año siguiente. La familia, marcada por sus orígenes nordestinos y los valores de la Iglesia católica, se dedicó al desarrollo de sus hijas, dando prioridad a la alimentación y la educación. Marielle creció asistiendo a la catequesis en la iglesia Nossa Senhora dos Navegantes y estudió en escuelas de Bonsucesso, barrio próximo a la favela de la Maré. En el CEASM (Centro de Estudos e Ações Solidárias da Maré), Marielle desempeñó un papel destacado y obtuvo una beca, estudiando primero para poder acceder a la universidad y luego trabajando como secretaria. Aprobó el examen de ingreso a la universidad y obtuvo una beca para estudiar en la PUC (Pontificia Universidade Católica do Rio de Janeiro), donde se graduó en Ciencias Sociales. Marinete, que tenía múltiples empleos como profesora y abogada, también trabajó en la Inspección de la Seguridad Social, destacando en la entrevista la importancia de sus esfuerzos por ofrecer a sus hijas una vida digna. Marinete llegó a Río de Janeiro en plena transición de una economía agroexportadora a una industrial urbana, iniciada en la década de 1930. Seguiremos los rasgos fundamentales de este proceso.

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Capitalismo dependiente y división regional del trabajo

Marielle es hija de "Paraíba"

La industrialización brasileña puede dividirse en dos grandes períodos: i) desde finales del siglo XIX hasta 1930, cuando la industria era incipiente y había solo algunas experiencias de industrialización basadas en el capital comercial procedente de los excedentes de las plantaciones de café y de los mercados de consumo de los núcleos de población de urbanización incipiente y ii) el período posterior a 1930, cuando la industrialización se convirtió en una política de Estado, impulsando la transformación de la economía y la sociedad del país. Las Grandes Guerras Mundiales (1914-1918 y 1939-1945) impulsaron la industrialización porque dificultaron la importación de bienes, obligando a Brasil a fabricar algunos artículos que antes se compraban en el exterior, lo que creó una Política de Sustitución de Importaciones.

Getúlio Vargas, presidente de Brasil (1930-1945 y luego 1951-1954) tomó medidas decisivas para atender a los sectores industriales, con un empresariado al frente que delineó un proyecto de desarrollo industrial desde las primeras décadas, creando las bases para las infraestructuras de energía, transporte y comunicaciones, al mismo tiempo que expandió la burocracia gubernamental.

La presión de las masas en la forma de sindicalismo y la acción de partidos de izquierda (principalmente comunistas) empujaron al régimen de Vargas a adoptar regulaciones laborales a través de legislación laboral, la regulación sindical y las leyes de seguridad social, al mismo tiempo que se observa, en este período, el surgimiento de una burguesía industrial, representada en el Congreso y en el Ejecutivo en las comisiones que definían el proceso de toma de decisiones. Este marco político de conciliación de clases, basado en el apoyo de las masas urbanas y con la industria como motor de la economía (entre 1928 y 1947, la participación de este sector en el conjunto de la economía pasó del 16% al 25,2%), denominó Desarrollismo Nacional.

El Estado actuaba como inversor en algunos sectores industriales que requerían la inversión de mucho capital. Fue lo que ocurrió con la industria siderúrgica (producción de hierro y acero), la generación de energía y la implementación de infraestructuras que requerían inversiones masivas, pero cuyo retorno era lento. Los capitales de la burguesía nacional y multinacional se dirigieron a completar este trípode de industrialización, centrándose la industria nacional en la producción de bienes de consumo no duraderos y los sectores dinámicos, mientras que la producción de maquinaria, equipamientos y bienes de consumo duraderos, quedaron en manos extranjeras. De este modo, la economía brasileña pasaba a organizar su inserción en la división internacional del trabajo como una economía capitalista dependiente, una especie de "subdesarrollo industrializado". La dependencia de los centros de comando del capitalismo internacional se consagró en la dependencia financiera, en la constante importación de bienes de capital (máquinas y equipos) y la presencia en el país de empresas multinacionales de sectores avanzados.

En el Brasil rural, en el interior, y especialmente en los estados de la Región Nordeste (centro de la economía colonial del pasado), donde se ubicaba la mayoría de la población brasileña (más del 70 %), el latifundio permanecía intacto. Las ciudades crecieron en detrimento del campo, los trabajadores agrícolas permanecieron sin tierra, labrándola como asalariados o en sociedades, pagados en metálico, en especie o en días de trabajo. La consolidación de las leyes laborales eSe prohibió a la gente del campo la consolidación de la legislación laboral y el salario mínimo estaban vedados a la población del campo. Esta masa de campesinos, aislada en los latifundios, estaba controlada por sistemas de extracción de trabajo extra, como el sistema del "barracão" (una forma de comercio establecida por los terratenientes en la que los trabajadores eran obligados a comprar artículos de primera necesidad y utensilios a precios exorbitantes vendidos por el propio terrateniente).

La economía que se modernizaba en las ciudades mantenía una estructura rural que era una de las más atrasadas del mundo. No es casualidad que varios sociólogos del siglo XX utilizaran la imagen de "dos Brasiles" para referirse a esta estructura social. La gran mayoría de los trabajos agrícolas se realizaban a mano y mediante el uso de las herramientas más rústicas, como el arado primitivo, la hoz y el machete, la azada de tallar, acompañada del lomo de un burro y la prensa de madera. Esto se aplicaba tanto a los cultivos de subsistencia y al mercado interno: maíz, yuca, frijol, así como a los de estructura de propiedad mediana y grandes latifundios: tabaco, cacao, yerba mate, caña de azúcar. El apoyo de los grandes terratenientes fue fundamental para la composición política de esta nueva economía industrial.

Este tipo de modernización desarrollista es incapaz de integrar en el consumo a sectores crecientes de la población y predominan formas de superexplotación del trabajo que, intensificadas por el aumento de la productividad, eliminan enormes porciones de empleo productivo Este sistema económico y, en consecuencia, modelo organizativo de la sociedad, controlado por una amalgama de intereses de una burguesía nacional asociada a los extranjeros, agrava una realidad de todo el sistema capitalista que es el excedente humano respecto de la estructura productiva. En las regiones periféricas del capitalismo, especialmente en las ciudades de Río de Janeiro y São Paulo, se forma un gigantesco ejército industrial de reserva, un subproletariado que enfrenta la precariedad y la informalidad. La estructura de la división regional del trabajo refleja, a escala nacional, la integración desigual entre los centros económicos dinámicos y las regiones........

© La Haine


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