Brasil: un veto suicida
El imperdonable veto del gobierno brasileño al ingreso de Venezuela al BRICS no constituye sorpresa alguna. Hay raíces muy profundas que enfrentan los proyectos regionales e internacionales de Itamaraty y los del gobierno bolivariano. Este conflicto, latente a veces, manifiesto en otras, se produjo con independencia de lo que Lula pensara durante sus primeros ocho años de gobierno. Luego de muchas fricciones diplomáticas lo cierto es que las relaciones entre Brasilia y Caracas recién se normalizarían después de la derrota del ALCA en noviembre del 2005.
Pero los resquemores entre ambos gobiernos, y muy especialmente de sus respectivas cancillerías, eran como esas brasas cubiertas de ceniza, aparentemente apagadas, pero que bastaba una brisa para revivir el fuego. Y el viento sopló con fuerza en las estepas de Kazan.
Para los diplomáticos del subimperialismo brasileño -apelo a esta caracterización de Ruy Mauro Marini (1)- la postura internacional de Chávez, su incansable hiperactivismo y el tono fuertemente antiimperialista de su discurso y de su práctica concreta (como la creación de Petrocaribe, por ejemplo), provocaron desde el mismo principio una mal disimulada repulsa en los cuadros dirigentes de Itamaraty.
Hay que tener en cuenta que, a diferencia de la gran mayoría de los países, la “autonomía relativa” que goza la cancillería dentro del aparato estatal brasileño hace que sus definiciones y propuestas en no pocas ocasiones prevalezcan por encima de las que pudiera adoptar el presidente de turno, especialmente cuando éste es un civil. Esa poderosa burocracia subimperial rige su conducta por un axioma: la coincidencia, el acompañamiento (o por lo menos la no confrontación) con la política exterior de EEUU.
El objetivo de ese tácito alineamiento con Washington es preservar la estabilidad del orden neocolonial en Sudamérica y, en la medida en que sea posible, evitar el surgimiento de gobiernos antiimperialistas o, cuando ello sea imposible, actuar como factor de moderación. En retribución la Casa Blanca otorga su bendición al liderazgo de Brasil en la región y hasta le abre las puertas para ubicar a sus representantes en ciertas áreas del entramado institucional de posguerra, como la Organización Mundial del Comercio, por........
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