De lo inevitable a lo injustificable
La naturaleza es bella, poderosa y también brutal. Ese pensamiento naif de que la naturaleza es buena en sí misma y sólo se encabrona —disculpen la palabra— a causa de la mano del hombre es un absurdo fruto de la ignorancia. Por desgracia, esta DANA o gota fría, como la llamábamos antes, ha sido de una virulencia devastadora y eso es inevitable. Como lo fueron tantas otras a lo largo de los siglos.
Es importante aceptar esto y diferenciarlo de la injustificable tragedia posterior producto de la parálisis casi total del Estado —esto incluye a todas las administraciones— que está siendo incapaz de atender a los miles que mueren en sus casas, en sus coches, en sus garajes y en mil sitios más que iremos conociendo, sin que les llegue ayuda. Hasta hace unos días creíamos vivir en un país plenamente desarrollado. Ahora mismo no sabemos qué narices está pasando.
No es que falten medios ni profesionales de primera ni miles de voluntarios de toda España dispuestos a achicar a agua —que el español de a pie, a diferencia de algunos diputados, está dispuesto—, a barrer calles, a donar todo tipo de material, a repartirlo y a hacer lo que haga falta. El drama agregado a la situación desoladora a la que nos enfrentamos es que tenemos la sensación de que no hay nadie al mando. Y esto es tan inesperado y desesperado como la propia DANA. Los españoles no entendemos nada.
Por si esto fuera poco, nos han ofrecido ayuda desde Francia y muchos otros lugares, pero nuestro........
© La Gaceta
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