Entonces: ¿A quién hay que creerle?
No sé si Colombia vive el momento más crítico o el más afortunado. Porque ante ese tumulto de problemas sin soluciones, con líderes y dirigentes —unos llenos de odios, otros con sed de venganza—, empujados por unos o por esa supuesta mayoría de congresistas que, en vez de servir como debe ser, han preferido bloquear al país.
El no atender a una sociedad que pide soluciones y ajustes, usando el ego, el poder y la arrogancia para irrespetar e incumplir, sin importarles el ciudadano que los eligió —aunque estén en la oposición—, demuestra que a esas mayorías se les olvidó que el país exige y merece respeto. Para eso fueron elegidos. Pero hoy muestran comportamientos no de profesionales, sino de congresistas inmaduros, similares a jornaleros enojados, como si no les hubieran pagado los millonarios salarios........
© La Crónica del Quindío
