Qué dolor lo que sucede con el fútbol colombiano. Ya no se trata de descensos, malos fichajes o técnicos despedidos, se trata de perder el nombre, la casa, la esencia: ver equipos de toda una vida evaporarse como si fueran marcas de yogur.

Hoy es el Atlético Huila y La Equidad; ayer, Cortuluá y Alianza Petrolera. ¿Mañana quién? La identidad, que a muchos nos enseñaron que era sagrada, hoy no vale nada.

El fútbol, nos guste o no, ayudó a explicar el mapa emocional de este país. Si muchos conocieron al Huila no fue por su clima o sus frutas, sino porque el Huila jugaba contra Millos, Nacional, Quindío. Porque un noticiero decía: ‘Huila ganó’. Y al decir eso no hablaba sólo de fútbol, hablaba de Neiva, de Pitalito. A........

© La Crónica del Quindío