Tenemos la última palabra
Cada vez que se deja de imprimir un periódico o sale del aire un informativo de la radio o la televisión se resiente la democracia. La proliferación de páginas “noticiosas”, muchas de ellas apócrifas y anónimas, otras mal producidas y no pocas que emiten contenido al margen de unos mínimos éticos, técnicos y estéticos, terminan afectando, para mal, la cotidianidad nacional y, de paso, debilitan la ya muy aporreada institucionalidad.
Por eso hay que lamentar que hayan parado entre semana la rotativa del diario El País de Cali y que hayan apagado la marca RCN. Nos quedamos los colombianos sin un periódico impreso que sumaba siete décadas de circulación y quedó fuera del aire una cadena radial después de setenta y seis........
© La Crónica del Quindío
