Una paz frágil y efímera
Hace 72 años —el 12 de septiembre de 1953— Guadalupe Salcedo, comandante de las guerrillas liberales del Llano, convenció a más de 200 de sus hombres de entregar las armas en un acto cargado de simbolismo. Fue la expresión de una fe absoluta en la posibilidad de la paz: un intento de poner fin a la guerra que asolaba la región, aunque con la certeza de que no sería para siempre.
Entre 1948 y 1953, los Llanos Orientales fueron escenario de una violencia que desangró al país. El sectarismo de los gobiernos tradicionales, que trataron a la oposición como enemiga mortal, dio origen a grupos armados irregulares y a policías políticas. La consecuencia fue devastadora: haciendas abandonadas, cultivos perdidos, comercio paralizado y comunidades enteras sometidas al miedo.
En pocos meses, campesinos, hacendados o comerciantes se transformaron en jefes de guerrilla. Eliseo Velásquez, antiguo empresario del transporte fluvial, fue de los primeros en........





















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