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Felicidad express

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Reyes, peregrinos y mendigos, los hombres de la antigüedad, solían dirigirse al templo del dios Apolo en Delfos, santuario de la Grecia clásica, para preguntar lo que les deparaba el destino. Sibila, entonces, primera profetisa del lugar, suspendida en el filo de sus sueños a causa de los vapores de la gruta, respondía a las preguntas de los viajeros de todos los confines del mundo, interesados, como casi todos los seres humanos, en adelantarse a su fortuna o su desgracia.

En la interminable noche oscura del medioevo esa tarea de visitar el futuro para luego referirlo a los interesados, fue desempeñada por magos, augures, brujas y nigromantes, miembros de número de las muchas sectas de la idolatría, en litigio permanente........

© La Crónica del Quindío