El cuidado que no se cuida: dignidad para quienes sostienen la vida
En Colombia, el cuidado sigue siendo una labor invisibilizada, subvalorada y profundamente feminizada. A pesar de que los discursos sobre derechos, equidad y bienestar social avanzan, el país continúa sin brindar garantías reales a quienes dedican su vida a cuidar de otros. Nos referimos a los cuidadores, especialmente mujeres, que a diario sostienen la vida de personas en situación de discapacidad, adultos mayores y enfermos crónicos, muchas veces sin descanso, sin salario digno, sin acceso a salud o pensión, y con escaso reconocimiento social e institucional.
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), alrededor del 7% de la población colombiana tiene algún tipo de discapacidad, lo que representa aproximadamente 3,6 millones de personas. Cada una de estas personas requiere apoyos distintos, pero una buena parte de ellas necesita asistencia diaria y permanente, es decir, un cuidador o cuidadora que esté presente durante buena parte de su jornada. En la mayoría de los casos, esta labor recae sobre mujeres de su entorno familiar, quienes se ven obligadas a renunciar a su vida laboral, académica o social para atender exclusivamente a quien cuidan.
Esta situación no es nueva, pero sí cada vez más insostenible. En un país donde el trabajo de cuidado no remunerado representa cerca del 20% del PIB, según un estudio del DANE y ONU Mujeres, resulta escandaloso que aún no se hayan diseñado políticas estructurales y sostenibles para garantizar condiciones de dignidad laboral, seguridad social y descanso para quienes se dedican a cuidar. Peor aún, no hay una política nacional que reconozca oficialmente a estas personas como trabajadoras con derechos, a pesar del altísimo valor social de su tarea.
El testimonio de Jaquelin Manosalva, una cuidadora permanente, lo resume todo: “Digamos que se gane 100 mil pesos a la semana, le pagan 50 mil en esa casa, son 400 mil al mes, sin ninguna prestación social. Y va a Secretaría de Hábitat, le exigen ahorro programado para poder tener un subsidio. 400 mil pesos para vivir, para comer, pagar arriendo, para atender a los suyos y le exigen ahorro programado”. Su caso no es una excepción, es el reflejo de miles de historias en todo el país, en las que las condiciones económicas, laborales y sociales no alcanzan ni para garantizar lo........© Kienyke
