Puigdemont, las JERC y el gen tendero: el colapso de la pequeña burguesía
Fumata blanca, al final hay investidura. El Jovent Republicà, como era de esperar, no ha hecho de enfant terrible y dará el «sí crítico» a Salvador Illa. En un comunicado lo expresan de la siguiente manera: «Fijamos los requisitos mínimos para entrar a valorar un posible acuerdo de investidura: avanzar hacia la autodeterminación con propuestas concretas, el compromiso con la construcción nacional y la lengua catalana , y la justicia social, condiciones que son clave para la mejora de la calidad de vida de las personas jóvenes, y con el objetivo claro de lograr la liberación social y nacional de los Països Catalans».
La historia se repite por enésima vez en Catalunya y nos conecta con otros momentos del declive en los que los partidos procesistas llegan a pactos que todo el mundo sabe no se van a cumplir. Probablemente, estas líneas las hubiera podido escribir la CUP con respecto a la investidura de Aragonès y, salvando algunas distancias, Puigdemont con respecto a la investidura de Sánchez. Y es que decir algo, pero hacer la contraria ha sido la tónica de la última década entre los políticos profesionales.
Durante estos años la pequeña burguesía ha gritado, ha gesticulado, ha protestado, ha amenazado, se ha quejado y ha soltado todo tipo de exabruptos, pero cuando ha llegado la hora de la verdad, el momento de tomar una decisión trascendental ha preferido agachar la cabeza y dejar que manden los que han mandado siempre. Desde su punto de vista, han protestado lo necesario y probablemente más de lo que se podían llegar a imaginar, se han convertido en los verdaderos vencedores morales. De todos modos, los trabajadores debemos entender que ellos se le han jugado mucho, que además ellos tienen mucho que perder, y que, por tanto, merecen la amnistía más que nadie.
Ésta no es la dinámica concreta de las clases........
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