Roma no paga a traidores
Volodímir Zelensky está acostumbrado a exigir sin recibir resistencia. Acudía a Washington, Berlín o Bruselas, golpeaba la mesa y se marchaba con las maletas llenas de dólares, tanques Leopard y misiles Patriot. Pero los tiempos cambian. Con Rusia imponiéndose en el frente, las prioridades de los norteamericanos han virado y el comediante reconvertido a presidente ha comenzado a quedarse solo. Su reciente visita a la Casa Blanca ha sido la prueba definitiva: despreciado públicamente por Trump, Zelensky comienza a sentirse como un peón sacrificable. De ser retratado como un «líder heroico» ha pasado a verse obligado a mendigar asistencia. Con escaso éxito, para colmo.
No fue así en el caso de los mandatarios europeos. Macron, Scholz, Sunak (y ahora Starmer) o Sánchez se sumaron a la histérica narrativa de la OTAN sin cuestionar ni por un segundo las posibles consecuencias.........
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